- 'Estírate sobre la mesa, perra, con la cabeza en la
esquina, y mirando al techo'.
Siguiendo mis instrucciones, se sube a la mesa, y se tumba
sobre ella, desnuda, colocando su cabeza en la esquina, y mirando hacia arriba.
Yo llevo una cerveza bien fría en la mano, que bebo de vez en cuando.
Ella sabe lo que va a pasar, ya lo ha hecho otras veces.
Sabe que yo me acercaré a ella, y colocaré mis piernas a cada lado de su cabeza, de manera que mi culo o mis huevos queden sobre su cara,
para humillarla. Y sabe que tendrá que lamer. También es posible que le ordene que
azote su coño con su manita cada vez que yo le llamo puta.
Sabe que todo eso puede pasar, pero también sabe que cada
vez introduzco algún cambio. Yo decido.
Es una preciosa mesa de roble, grande y pesada, en el hermoso salón de una casa de montaña. Alrededor de
la mesa caben 10 sillas. Con mi perra encima aún queda más bonita. Me acerco, y
tal y como ella esperaba, coloco mis pelotas sobre su boca.
- 'Lame, perra'.
Ella obedece, y comienza a lamer mis huevos como si fuera un
helado de 2 bolas. Mi culo queda sobre su nariz y sus ojos, de manera que ella
solo puede ver mis nalgas. Es lo que debe ver. Durante los próximos minutos, lo
único que a ella le debe importar son mis huevos y mi culo.
Le doy un nuevo trago a la cerveza.
Cuando mis pelotas están lubricadas, comienzo a restregarlas
por su cara, humillándola. Ella puede sentir mis huevos restregarse por su
barbilla, sus mejillas, su nariz, sus ojos, su frente. Mi polla golpea su
rostro mientras lo hago.
- 'Cada vez que yo diga la palabra "PUTA", quiero
que te azotes el coñito con tu mano. Ya sabes cómo funciona esto'.
Efectivamente, ella ya sabe lo que debe hacer, y de hecho se
esperaba algo así. Yo coloco mi culo sobre su boca, y separo mis nalgas para
que ella pueda lamer mi ano.
Sin decir yo nada, ella comienza a lamer. Sabe que debe
dejarlo limpio y reluciente, y que eso me estimula al máximo.
- 'Puta' - al oír la palabra clave, ella se azota el coño
con la mano, y se retuerce.
- 'Otra más, Puta' - Repite otra vez el gesto, mientras lame
mi culo
Poco a poco, mi polla está más dura, y mi culo más
ensalivado. cuando creo que es suficiente, separo sus generosas tetas, y meto
mi glande entre ellas. Escupo un par de veces, para lubricar mi polla, tras
dejar la cerveza casi acabada sobre la mesa, sujeto sus dos pechos con fuerza,
de manera que aprieten bien mi glande.
Y lentamente comienzo a moverme adelante y atrás.
Ese movimiento provoca 2 cosas, que mi culo se restriegue
por su cara, humillándola aún más, y que mi polla folle sus tetas, provocando
mi placer.
- 'Puta... que eres una puta. Te uso como puta porque es lo
que eres para mí'.
Ella sigue azotando su coño cada vez que oye la palabra
acordada. No puede evitar sentirse completamente usada. Se siente humillada
cada vez que restriego mi culo por su rostro. Se siente utilizada mientras mi
polla folla sus tetas, y se siente puta cada vez que azota su coño con su mano.
Me detengo un momento, y acabo mi cerveza mientras le digo
'Puta' un par de veces más.
Y continúo con lo mío, follando sus tetas, buscando mi
propio placer. Subo el ritmo, a la vez que ella lame lo que puede. Puede oír
mis gemidos, y sabe que estoy a punto de correrme. No sabe si le llenaré las
tetas de semen o si meteré mi polla en su boca para correrme ahí.
Y todo sigue igual hasta que estallo de placer. Mis gemidos
excitan aún más a mi perra, que lame con más ganas mi ano. Un chorro de semen
inunda sus hermosas tetas.
Poco a poco, voy disminuyendo el ritmo, a medida que el
semen va fluyendo por mi polla, y brotando de mi glande. Ella siente como esa
leche calentita va extendiéndose por sus pechos. La hubiera querido en la boca,
para poder tragarla, pero es feliz igualmente. Se siente usada.
Doy un pequeño pasito atrás, yo descanso allí mientras
acaricio sus pezones. Ella, tumbada sobre la mesa, con la cabeza en el borde,
tiene mis piernas a cada lado de su cabeza, y ahora lame mis pelotas. Está
esperando que atrase un poquito más para ofrecerle mi polla, y poder limpiarla
con su boca. Quiere semen, quiere polla. Aún no la ha probado hoy.
- 'Quién eres?' - Le pregunto. Esa pregunta no toca ahora,
pero responde.
- 'Su puta, Señor'.
- 'Quien más?'.
- 'Su perra, Señor'.
Esas preguntas son las que le hago siempre en la ducha,
justo antes de mearla, pero ahora no tocan. O no deberían tocar.
- 'Qué quieres?' - Le pregunto
- 'Su semen, Señor'
- 'Y qué más?'
- 'Su orina, Señor' - Ella sabe que generalmente, cuando
ella responde a esa pregunta yo la meo a continuación, pero no esperaba esas
preguntas en esa situación ni en ese lugar.
Y tal y como ella se temía, y mientras lame mis pelotas, yo
comienzo a orinar sobre mi perra. Un chorro de pis moja sus turgentes pechos, y
empapa su cuello y su vientre. Inevitablemente, la mesa se moja con mi cerveza
caliente.
Ella, sorprendida, sigue lamiendo mis pelotas mientras yo la
meo. Es mi urinario, y puedo mearla. Lo sabe de sobras.
Entonces me separo de ella ligeramente, de manera que ya no
pueda lamer más, y haciendo mi orina caiga sobre su barbilla, su cara, su boca. Mi pis
calentito y amarillento empapa su rostro, sus labios, su pelo, y cae al suelo encharcándolo
todo. La meo bien meada.
Al acabar, tras sacar los últimos chorritos, me aparto un
poco más, y me quedo mirando mi obra de arte. El suelo meado, la mesa de roble
meada, mi perra tumbada sobre la mesa, meada, excitada, con el coño irritado
por los azotes, las tetas llenas de semen, y su cara apestando a sexo y a
orina.
- 'Qué se dice, perra?' - le pregunto
- 'Gracias, Señor' - conoce la respuesta
Se siente la perra más feliz del mundo, la más usada.
- 'Cuando descanses un par de minutos, limpia la mesa y el
suelo, perra. Algún guarro se habrá meado.'
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