Tengo
que confesarle que no conocía la experiencia de tener sexo
telefónico... pero gracias a usted, mi Domine, tuve la dicha de vivir tan rica
experiencia. Jamás pensé que llegara a ser tan maravilloso y
morbosamente excitante.
El tono y la fuerza de su voz, con un toque de dulzura, me dieron lo
necesario para que, con solo cerrar mis ojos, me transportara donde
usted quiso llevarme. Fue una sensación indescriptible que recorrió todo mi
cuerpo, era como si casi sintiera la humedad y la calidez de su
respiración en mi oido.
Su voz me estremece, me seduce... Bastaron unas pocas palabras suyas para que mi sexo empezara a humedecerse, y poder tocarme mientras le escuchaba fue realmente placentero. Escucharle decir todo lo que me haría en un posible encuentro, lo sentí muy real, tanto así que podía saborear su exquisita polla en mi boca, sentirla completamente dentro de mi, follándome como a una puta.
Mi Domine, esa primera vez, conocida con usted, fue más que un
regalo para mí, para esta devota y obediente sumisa que quiere hacerle
feliz y dichoso de tenerme, porque, de la forma más extraña, me tiene...
Suya... Cristal.
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