Morbo, vício, perversión. El sexo está en el cerebro, y la mente estimula el sexo.



¿Cómo puedo conseguir que una mujer se excite conmigo sin tocarla? ¿Cómo puedo convencer a una mujer para que se entregue sexualmente a mí?

Muy fácilmente, excitando su cerebro. Leonardo Da Vinci ya dijo hace 500 años que "El pene no obedece la orden de su Maestro, quien trata de ponerlo rígido o no, a voluntad. Por el contrario, el pene se erecta por sí mismo mientras el maestro duerme. Se debe decir que el pene tiene su propia mente y funciona a través del ‘estiramiento’ de la imaginación”.


¿Qué significa esto? Pues significa simplemente que un pene se pone erecto por las sensaciones que percibe el cerebro. Es decir, la simple idea de pensar en una relación sexual estimula de manera clara el pene de un hombre. Tener una fantasía sexual en mente, leer un relato erótico u oír unas palabras al oído explicándote lo que te van a hacer, es motivo más que suficiente para una mente se ponga a tono y el pene se ponga bien duro. 


¿Ocurre eso solo con los hombres?  No, evidentemente no. Las mujeres tienen también cerebro y funciona de manera idéntica a la de un hombre. Un relato erótico, o decirle a una mujer al oído lo que le vas a hacer, es un 'calefactor' fantástico para poner a tono a una mujer. 


Actualmente se sabe que el encéfalo es el órgano que rige la conducta erótica del ser humano, desde los impulsos primitivos hasta las sensaciones libidinosas más elaboradas. Así pues, sabemos que para excitar un pene o un clítoris, lo mejor que podemos hacer es excitar primero el cerebro de su propietario.


¿Y qué mejor manera de excitar un cerebro que a través de las palabras?  Una simple ristra de palabras, bien situadas y dichas en un entorno adecuado, son capaces de poner cachonda a cualquier mujer del mundo. Aquellos que sepan utilizar las palabras adecuadas con un contenido sexual concreto podrán seducir y calentar a la mujer que quieran.





El sexo está en el cerebro. Pensamos múltiples veces al día en sexo, en cositas que nos gustaría hacer, y que al final no hacemos. Nos ponemos cachondos pensando en lo que vamos a hacer, o en lo que nos quieren hacer. Ocurre todos los días, seas hombre o mujer.


Aprovecha esa situación, y estimula el cerebro de la otra persona. Puedes hacerlo en directo, a través del correo, o del teléfono. Prepara un encuentro diferente, una situación distinta, que pueda parecer peligrosa o atrevida, y organiza una cita con esa persona. Pero cuéntale antes lo que le vas a hacer. Cuéntale que la vas a atar, que la vas a acariciar, que la vas a azotar, y que la vas a utilizar. Explícale lo que le vas a hacer, y su mente estallará con miles de imágenes. Ella misma construirá en su imaginación esa situación erótica, y arderá en deseos de realizarla.


Si provocas su oído, será su propia mente la que estimule su sexo. Si estimulas su cerebro, llegará tan caliente a ti, que se entregará completamente al juego, y la experiencia será maravillosa.

Este razonamiento tan simple lo comprobé hace años, en un país lejano, a muchos kilómetros de mi país. Tras hablar por chat con una chica, le pedí el teléfono y la llamé. Ahí empecé a explicarle una fantasía erótica en la que ella debía venir a un hotel y realizar el sexo con un completo extraño, a oscuras, y sin haberlo visto antes. La excitación que sufria era tal, que no pudo evitar venir al hotel y poner en práctica lo que antes le había contado. Fue una experiencia inolvidable, y un descubrimiento genial:


Se puede excitar a una mujer hasta extremos insospechados sólo con la palabra. Una vez excitada, esa mujer se entrega esperando cumplir todo aquello que antes se le ha contado.

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