Hoy me he puesto mi vestido cortito, que con la pequeña
brisa marina que sopla, suele provocar algún que otro altercado con el público
masculino, pues la falda se levanta con el viento, y sin querer acabo mostrando
mis morenitas piernas e incluso de vez en cuando, las braguitas...
Llego a la heladería y como una niña glotona que soy, desea
comer todos los dulces. El camarero me sugiere uno nuevo de frutas tropicales.
Me dice que es muy refrescante y sonriendo añade "Como tú". Sonrío,
me ha parecido simpático el comentario.
Yo tengo aun más calor, él es guapo y encima me piropea.
Como era de esperar, el aire me hace una pequeña jugada, y mi vestido vuela
hacia arriba dejando mi tanga bien visible.
El camarero, que no tienes un pelo de tonto, no se ha
perdido detalle. Me llama "Bonita" y se lanza a invitarme a la
discoteca.
No sé si es por el calor del momento, o por lo simpatico que
parece, pero le digo que sí. Sonriente me dice que me invita también al helado.
Agradecida, le digo que también puedo saborear otros cucuruchos. El camarero
está calentándose solo de verme comer el
helado con tanto gusto. Hemos tenido nuestro momento de coqueteo.
Un rato más tarde, ya en la discoteca, el camarero me lleva
a un rinconcito tranquilo de la discoteca. Se ve que el dueño del local es
amigo del camarero y nos deja pasar. Se trata de un reservado con sofás
bastante intimo al que solo pueden acceder los clientes vips.
Nos acomodamos en un sofá apartado, y el juego comienza rápido.
El coqueteo da paso a las caricias y besos dulces, pero la temperatura sube y
el camarero tiene tanto calor como yo. Las demás parejas que hay en el
reservado están ocultas, y a lo suyo. En seguida veo que allí todos estamos a
lo mismo, y que no molestaremos mucho.
El camarero mete sus manos y dedos por todas mis partes y mis
fluidos despiertan dejándole vía libre. Me estoy poniendo cardíaca con sus carícias.
En un momento dado, acerca mi cara a su entrepierna, dándome
a entender que le apetece que le coma el cucurucho, cosa que a mí me encanta.
Decidida me lanzo a él, cojo su polla y me doy un gustazo de sabor a vainilla.
El gime de placer mientras yo le dejo bien salivada y chupada su polla, que ya
ha alcanzado un considerable tamaño.
Mi camarero está tan dispuesto y tieso, que no duda en
sentarme en su regazo mientras con gran maestría me clava su polla en el culito.
Me encanta que me follen el culo, me vuelve loca.
El vestido ya no es barrera para él, ha subido tanto la
falda que todas mis partes están bien visibles. Suerte que no hay luz o mi
vergüenza seria notable. Con su mano me va masturbando el coño mientras
rítmicamente me posee el culo. Mis gemidos y los suyos se mezclan con los de
los demás del reservado. Con la poca luz que hay diviso a una chica chupando
bien una polla, a otra cabalgando, y otra más que como yo tiene el culito bien
clavado.
Los movimientos son cada vez más rápidos y el fuego de
nuestro cuerpo se hace evidente. Gemir y chillar como una perra en celo hace
que el camarero, súper excitado, explote y me deje el culito bien lleno de
leche. Las braguitas que me quitó están en su bolsillo y el muy sinvergüenza se
las lleva de regalo.
Terminado el momento voy al baño a asearme y me reúno en la
pista con mi camarero, que está bailando. Ya no me importa que se quede mis
braguitas, estoy tan bien servida que bailo con él y me da igual si me ven mi
coñito o mi culo. Están súper calentitos y felices.
Pdta: Un relato de mi sumisa Violant
Pdta: Un relato de mi sumisa Violant
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