El día es soleado y tranquilo, me apetece un poco de deporte
y como no, estrenar ese equipo de tenis tan sexy que no me pude resistir a comprar.
Decidida y equipada voy hacia el club de tenis. Me han dicho que hay un
profesor nuevo que por lo visto levanta pasiones.
Muy coqueta yo, con mi equipo nuevo, una falda muy cortita
blanca con una cinta roja, camiseta ajustada roja y mis zapatillas blancas. Voy
toda conjuntada, en plan sexy. La faldita es tan cortita que si me muevo mucho
en seguida se ve mi culito. Como me han dicho que el profe está bastante bien,
me he puesto un tanguita blanco, minúsculo, para que así se fije en ese culito
tan bonito que tengo.
Ya en el club pido por la clase de tenis, y un minuto después
veo como se acerca ese bombón que quita el hipo.
"Menudo ejemplar", pienso, "Aun con el equipo
está divino, ya sueño pensando en cómo estará sin él.... Uummm".
No soy ninguna campeona del tenis, así que le pido que
empiece a enseñarme por la base del juego. Tras un poco de preparación, el
peloteo ya va mejorando. Evidentemente, no pierdo la oportunidad de moverme con
la idea de enseñarle mis encantos. Cada vez que doy un saltito, o me agacho
para recoger una pelotita, mis nalgas quedan al descubierto y mi tanga deja ver
más de lo que tapa.
El profesor, que es discreto, mira con cuidado. Es nuevo
aquí, y se nota que no quiere perder este trabajo. Aun así, su sonrisa picarona
denota que le gusta lo que ve. Su cuerpo me hace perder el sentido y se mueve
con tal brío que me vuelve loca. A medida que pasa el tiempo, y por efecto de
la temperatura, mi camiseta empieza a pegarse al cuerpo, y se marcan mis
pechos. Yo me muevo con toda la picardía que puedo y sé que él no se pierde
detalle de mi culito y mis pezoncitos.
Termina la clase y educadamente se despide. Estoy tan cerca
de él que percibo su olor. Aun sudado de la clase, ese hombre me pone cachonda.
Le sonrío pícaramente y le invito a un refresco. Él acepta y nos vamos al bar
del club.
Estamos tomando el refresco y he conseguido su atención más
allá de alumna/profesor. Noto rápidamente que le gusto y aprovecho para ligar descaradamente.
Quedamos fuera del club, pero primero hay que ir a ducharse. El va a su
vestuario y yo al mío.
Estoy tan excitada que saco hasta vapor de la ducha. Me
enjabono mientras pienso en él y voy acariciando todo mi cuerpo. Disfruto del
agua, resbalando entre mis pechos y mi coño al que sin remedio he tenido que
consolar. Mis dedos han disfrutado entrando en mí y mezclando mis fluidos con
el jabón. Me encanta masturbarme en la ducha, y esta vez, con el ingrediente
que estoy en el club y otras chicas gozan del numérico que están viendo.
Ya duchada y aliviada, voy a vestirme. He traído un
vestidito de verano con tirantes, muy apropiado para el calor. Otro tanga
estampadito a juego.
Al salir, me dirijo al parking, donde he quedado con él para
ir a tomar algo. Allí lo veo, está esperándome, vestido con un pantalón de lino
y una camisa de rallas. Está de muerte. Abre la puerta de su coche y entro.
Curiosamente, el parking está bastante oscuro y los cristales son tintados. Una
vez dentro del coche entiendo que si no hacemos mucho ruido, nadie se daría
cuenta si nos lo montáramos allí mismo. Nuestras miradas se cruzan, y no lo
pensamos ni dos segundos.
Empezamos a desnudarnos y a comernos el uno al otro. Nuestras
ropas acaban en el suelo del coche y la butaca de atrás nos cobija. No es nada
cómodo pero el calentón bien lo merece.
Sus labios recorren mi cuerpo. Me vuelvo salvaje pues sus
caricias me mojan cada vez más. Yo recorro el suyo igualmente, y aunque las
posturas no son prácticas, el deseo es más fuerte y no nos preocupa.
Agarro su polla y empiezo a chuparla con deleite, no quiero
desperdiciar tan buena ocasión. Me dedico a lamerle los huevos para ver cómo crece
y se endurece. La quiero bien dura y gorda, me gusta sentir como se agranda en
mi boca. Mi lengua recorre su pene de arriba abajo, desde el suave glande, hasta los huevos. Subo
y bajo por todo su miembro, mi lengua juega, y el suspira.
De repente, me agarra con fuerza, me sube encima suyo, y sin
avisar, me la clava violentamente, hasta el fondo. Mi grito de placer y
sorpresa le excita aún más y empieza a bombear con fuerza. Yo disfruto sus
embestidas y pido más y más. Me penetra salvajemente y mi coño lo recibe con
ilusión. Duele un poco y eso que mis fluidos salen en abundancia. Pero ese
mínimo dolor se convierte en placer a las 4 o 5 entradas. El tiene una polla de
buen calibre y yo la puedo disfrutar.
Entonces, sin preguntar, me voltea y quedo a 4 patas. Estoy
tan mojada que mis fluidos han llegado hasta mi ano. El no duda y embiste como
toro en celo, clavando su polla en mi culito, entre mis gritos, mezcla de dolor
y placer. Mi ano, poco acostumbrado a ese tamaño, sufre en un principio ese
empuje salvaje y grito. Pero él no hace caso de mi grito, y me consuela diciéndome
al oído:
- "Tu eres valiente, alumna… Aguanta, que solo es un
momentito de dolor. Luego te gustará, el placer siempre llega y te gustará cada
vez más."
No se equivoca. Mi ano va dilatándose, y va aceptando la sodomización,
de manera que pronto noto una sensación placentera. Con cada embestida suya me
siento totalmente taladrada, pero ahora ya es placer.
Entonces empieza a azotarme el culo. A cada nalgada suya,
todo mi cuerpo se estremece de placer. Le deseo más y más dentro de mí. Me
folla y sodomiza mientras su cuerpo me envuelve. Deseo ser poseída y gozo del
uso que le da a mi cuerpo. Me corro varias veces, chillando, y le oigo gemir a
él también. Está claro que desea desbordarse, pero yo quiero su leche en mi
boca.
Cuando esta casi a punto de correrse, sale de mi y corro a
poner mi boca atrapando su espléndido glande polla. La saboreo, mezclando mis fluidos
y los suyos. Mi lengua la recorre y yo me la meto más y más hasta el fondo de
mi boca. Casi me da una arcada pero de inmediato él se va dentro de mi boca, y
su leche tan dulce me llena por completo. Intento no perder una sola gota, pero
aun soy algo novata y se me escapa un poco. Sigo bebiendo ese regalo divino y
con los dedos recojo la poca que cae por mis labios y tetas y me la acerco.
Cuando saca su polla de mi boca, yo chupo mis deditos para
aprovechar esa leche que se derramó. El me sonríe ese gesto de sumisión. Vuelvo
a chuparsela para limpiarla.
Unas toallitas húmedas nos vienen muy bien para limpiarnos.
El coche tiene ese pequeño inconveniente, no hay baño, pero los dos estamos más
que satisfechos.
- "Que buena clase de tenis", dice riendo. Yo
asiento con una sonrisa y le digo -"Y que lo diga profe, mañana
repito".
Un relato de Violant.
Comentarios
Publicar un comentario