Socorrista, sexo en la playa

Hace calor, es un día veraniego y decido ir a la playa. Me pongo mi bikini y un vestidito playero muy cortito y escotado. Llego con la moto y la aparco en la misma playa pues la quiero cerca, a mi burrita.

Siempre hay poca gente en esta cala, es tranquila y de difícil acceso. No pueden acceder los coches, y se nota en el paso de cabra tipo motocross. Hoy me he levantado especialmente activa, me noto activa sexualmente, y creo que tendré que buscarme una presa a la que someter.


Casualmente este día hay un socorrista nuevo. Uummm, que buena pinta tiene.  ¿Por qué será que nos gustan esos cuadraditos de tableta de chocolate que tienen y ese bañador rojo que nos atrae más que a los toros el capote?


En fin, decido poner todo mi tenderete. Cerca hay un grupo de jóvenes con su música y su botellón y más lejos se divisan dos parejas de abuelitos del pueblo cercano. Yo me instalo lo más próxima al socorrista, no sea que lo necesite.  Uummm.
 

Me pongo mi sombrilla, mi toalla, mi libro, mi música, y me relajo. No tardo demasiado en mirarlo, me puede la tentación, y para colmo, observo con alegría que él también se fijó en mí... Uummm… Parece que la operación bikini funcionó. Se acerca y me saluda. Yo le sonrío coqueta.
 

- "Voy a darme un chapuzón, y no soy muy buena nadando, así que no me pierdas de vista, que igual tienes que rescatarme", le digo pícaramente. 
El se ríe. Una sonrisa y sube a su puesto. Está claro que se ofrece a salvarme, pero aún no sabe qué tipo de mujer soy, ni cómo trato a mis 'socorristas'.
 

El agua está más fría de lo que me esperaba y sin querer piso algo punzante dentro del agua. Miro hacia abajo y observo una mancha de sangre y que mi pie tiene un corte. No tiene buena pinta y me estoy mareando.
 

Sin darme casi ni cuenta, ese chico llega a donde estoy y me recoge en brazos. Llegamos a la caseta de socorro, y rápidamente atiende el corte del pie. Por suerte ha sido algo pequeño pero la sangre es escandalosa.

Una vez desinfectada la herida y curada, ya no siento dolor y empiezo a coquetear con mi nuevo salvador. Unas risitas, unas sonrisas, un pestañeo de ojos, y ya lo tengo.
 

Empezamos a besarnos y el fuego impulsa nuestros deseos. Si seguimos así saldrá la bestia que llevo dentro. Tras comprobar que está todo tranquilo en la playa aprovechamos a liberar ese deseo. El chico es fogoso y yo me dejo llevar entre sus brazos.
 

Sube la temperatura, cada vez estamos más enganchados y nuestros cuerpos se mezclan dando paso a los placeres mas ocultos. No tardo demasiado en notar que un bulto sospechoso ha crecido entre sus piernas. Es evidente que está cachondo perdido, como yo.
 

Rapidamente, deslizando mis manos entre sus pantalones, libero su pene, ya completamente duro, y tieso. Es una buena herramienta, y tiene muy buena pinta. No puedo evitar, mientras él me come a besos, agarrar su miembro con una mano a la vez que acaricio sus testículos. Noto como se le pone aún más dura, más tiesa.
 

- "Desnúdame… vamos, desnúdame y fóllame", le ruego con pasión.

Ni corto ni perezoso, él comienza a desnudarme, tampoco tiene mucho trabajo. Desliza sus manos por mi espalda hasta encontrar el lazo de mi bikini, y tras desatarlo, mis pechos quedan libres completamente.
 

Se los queda mirando. Eso no me gusta. No quiero que los mire, quiero que los chupe, que los coma. Agarro su cabeza, y la empujo hacia mi pezón izquierdo, para que me lo chupe con pasión.
 

- "Come, socorrista, come…", le ordeno mientras agarro con fuerza su polla. No pienso soltarla hasta que me corra. Esa polla es mía mientras yo esté allí.

Él parece un pelín sorprendido por mi violencia sexual, pero aún así se lanza y comienza a comerme un pecho mientras masajea el otro. Yo estoy ya cachonda, y tras agarrar su mano, la conduzco hacia mi entrepierna.
 

- "Mastúrbame mientras me comes las tetas…". Ya me he soltado. La guarra que llevo dentro ha salido y ese pobre muchacho es mi próxima presa.
 

Dicho y hecho, el chico comienza a acariciar mi coñito, con suavidad, a la vez que masajea uno de mis pechos y chupa el otro. Le faltan manos. Le agarro de la cabeza y se la hundo en mi pezón, para que chupe con ansia. Luego agarro su mano, y meto sus deditos hasta el fondo en mi coño. Todo eso sin soltar su polla. Quiero que sepa quién es la que manda allí.
 

- "Chissss.… socorrista, cómete ahora mi conejo, dame placer.". Él se me queda mirando, atónito. Creo que es la primera vez que una mujer le da órdenes en la cama. Y se las doy con claridad, sin medias tintas.  

No se entera, este muchacho, está demasiado sorprendido. Agarro su miembro con fuerza, y lo estiro hacia atrás, haciendo que dé un saltito del susto. Me lo quedo mirando, fijamente, y le suelto:
- "No me hagas esperar, perro. Cómeme el coño y hazme gozar."


No tarda demasiado en reaccionar, y hunde su cabeza entre mis piernas comenzando a saborear mis jugos. Su lengua comienza a deslizarse por mi vagina, entre mis labios, y acariciando mi clítoris. Su posición no es la mejor, ya que continuo teniéndolo agarrado, con fuerza, por sus partes nobles.


Con el paso de los lengüetazos, mi socorrista va mejorando. Yo he pasado a masturbarlo sin miramiento. Continuo tumbada en la camilla de la caseta de socorro, desnuda, con las piernas abiertas, y mi socorrista está a mi lado, con mi mano metida entre sus piernas, agarrando su dura verga, y masturbándolo. Él, que cada vez se va poniendo más cachondo, se va soltándose poco a poco y haciéndolo mejor. Se nota que lo ha hecho antes.


- "No quiero que te corras, socorrista. No hasta que yo me corra 2 veces.".


Dicho y hecho, ceso en mi maniobra, y dejo de masturbarlo. Lo quiero en forma para cuando deba follarme, pero aún así no suelto mi premio. Es mío y quiero que lo sepa. Tras unos minutos comiéndome el coño, llega mi primer orgasmo. Ese bendito socorrista sabe comerme bien, y tras un trabajo de primera, me corro enterita. Mis jugos brotan entre mis piernas y un gemido intenso sale de mi garganta... aaaaahhhhh...


Aparto su cara de mis piernas, obligándolo a quedar de pié.
- "¿Te ha gustado?", me pregunta, tímido y con miedo.
- "Cállate, socorrista. Nadie te ha preguntado. Hablarás cuando yo te lo ordene.", le digo a la vez que aprieto con fuerza su polla en mi mano. Noto enseguida como da un saltito de sorpresa. Lo tengo a mi entera disposición, es todito mío. 


- "Ahora me voy a dar la vuelta, para que me folles bien follada. No puedes correrte hasta que yo me corra una segunda vez. Si lo haces, sufrirás las consecuencias.", le digo tras unos segundos recuperando el aliento…


Yo me incorporo, y sin soltar su miembro, me doy la vuelta ofreciéndole mi parte trasera. Entonces conduzco su verga hacia mi chochito y tras meter su puntita dentro, la suelto y le doy una última orden: "Fóllame, perro, hasta que me corra de placer". 


El chico, completamente cachondo y sorprendido, comienza a empujar con fuerza, con ganas. Está fuerte, se nota. Es joven, y con aguante, con lo que rápidamente me pone a tono otra vez. Ha entendido que aquí la que manda soy yo, y que él debe dar la nota, para quedar bien ante su jefa.
 

Me sorprende su potencia a la hora de embestirme. El cabrón lo hace muy bien, y le pone ganas. Se ha tomado aquella orden al pié de la letra, y su polla entra y sale de mi coño sin parar, sin pausa, con fuerza, mojándome completamente y haciendo que gima como una perra.
 

Me encanta como me lo hace, ese semental. Justo cuando yo estoy cachonda perdida y a punto de correrme, él cambia un pelín de postura, poniéndose de puntillas. Ese leve cambio me vuelve loca, haciendo que llegue al orgasmo, con una explosión de placer que me hace soltar un grito ahogado…  Mis piernas tiemblan de placer, y un escalofrió recorre todo mi cuerpo.  "Dios, que polvo", pienso para mi misma.
 

- "No te corras, perro. No puedes hacerlo aún.", le ordeno. Aquel chico se me queda mirando con cara de sorpresa. Es obvio que está a punto de correrse pero no estoy dispuesta a dejar que se corra así. Lo hará como yo quiera.
 

- "Voy a llevarme tu semen, socorrista. Es mi premio y me lo llevo para casa.".
 

El me mira con cara de sorpresa, pero yo agarro su camiseta con una mano y su polla con la otra. Sin dejarle hablar, me arrodillo ante él, y comienzo a masturbarlo, moviendo mi mano adelante y atrás, buscando que se corra. Coloco su camiseta delante de su glande, y busco su leche, sin parar.

Rápidamente noto como su respiración se acelera y sus gemidos aumentan de ritmo e intensidad. Está a punto de correrse, y acelero yo también el ritmo de mi mano para que estalle de placer. Así, sin más espera, la polla de mi socorrista estalla y un rio de leche mancha la camiseta. 


Recojo hasta la última gota de semen, dejando su polla limpia como una patena.
- "Ahora voy a irme, socorrista, y me voy a llevar tu semen como premio, como un trofeo. De esa manera, cuando vuelva otro día, sabrás que eres mío. Volveré a por mas leche cuando yo quiera, y tu deberás proporcionármela.".


Tras vestirme, con tranquilidad, y después de haber disfrutado de aquella cura, el socorrista se me queda mirando y se despide de mi diciendo:


- " Riingggg… Riingggg… Riingggg…"


¿¿?? 

¿Qué es ese ruido?  ¿Mi despertador?  Mierda ¡¡¡  Estoy en la cama, es martes y hay que ir a trabajar. Lo peor de todo es que todo ha sido un sueño y mi socorrista no está por allí. Mejor me voy a la ducha a despejarme y lavarme, que ya he sudado mucho en mi sueño y estoy completamente mojada.



Pdta.: Gracias a mi ex-sumisa Violant por su colaboración en esta historia.

Comentarios

  1. Hola.. Un articulo interesante y un manual para la iniciacion perfecto. Aunque si ya eres Dom con experiencia sabras que hacer en cada momento, aunque parte del Dom se hace al igual que una sumisa se le educa, incluso ambos pueden aprender juntos. Este tiene una gran parte de instinto y hay una parte que se nace. Este es mi caso, soy dominante por naturaleza y si que me he tenido que educar e instruir en el dbsm para luego aducar a mis sumisas.
    Si alguna quiere continuar hablando, kik es la aplicacion que utilizo en remoto.
    Frank_dlj es mi kik.. Un saludo!

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  2. Buenos consejos, los aplicare a mi sumisa.

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