Pervirtiendo a mi cuñada, una nueva puta.

El hermano de mi marido me había dado una copia de la llave para que no despertase al bebé al entrar. Me había comprometido a ir todos los días a echar una mano a mi cuñada, ayudarle con las compras, con el piso, con las comidas o las coladas, lo que necesitara, y que ella se pudiera dedicar a su hija recién-nacida y a descansar, que buena falta le hacía. Así lo había hecho durante casi cuatro meses y, más o menos, siempre en el mismo horario, pero aquel día me habían anulado una cita en el médico y decidí ir antes de lo acostumbrado.

Entré sigilosamente para no despertar al angelito, y caminé en silencio por el pasillo de entrada, cuando unos jadeos controlados llamaron mi atención. Me acerqué despacio a la habitación de donde provenían esos ruidos y me asomé a la rendija de la puerta. Entonces la vi. Esa mujer que daba lecciones de moralidad a todo aquel que se le acercaba, que consideraba sucio todo sexo no convencional, que se negaba en rotundo a oír hablar siquiera de juguetes sexuales… Esa mujer estaba sentada en una butaca con las tetas fuera de la camiseta, con las piernas abiertas a más no poder, el coño al aire, moviendo enloquecidamente su dedo sobre el clítoris mientras en la pantalla del televisor se sucedían escenas de dos mujeres dándose placer la una a la otra. Menuda sorpresa. Mi cuñadita haciéndose un dedo ante una porno lésbica.

Inmediatamente se me encendió una bombillita traviesa en la mente. Saqué mi teléfono móvil y empecé a grabar la escena. Era deliciosa. No tenía ninguna duda de que a mi Domine le encantaría verla. Tuve que hacer esfuerzos por mantener el encuadre, para que se viera bien toda la anatomía de mi cuñadita y las imágenes de la pantalla; no quería que se perdiera ningún detalle. Pero mientras lo hacía otra idea saltó a mi mente. ¿Qué tal un pequeño chantaje? Sabía que mi cuñada querría mantener en secreto esas “actividades extracurriculares” a toda costa, que me resultaría fácil presionarla para que hiciera lo que quisiera. Tardó un poquito en tener un intenso orgasmo que llegó a mojar un poquito la funda de piel de la butaca… absolutamente espectacular. Mientras ella recuperaba el ritmo de respiración yo detuve la grabación y envié un mensaje a mi Domine.

“Estimado Profesor; creo que he encontrado a la candidata perfecta para ser pervertida como usted desea. Si tiene tiempo, ahora sería perfecto. c/Magallanes, 25 …”
En pocos segundos recibí su respuesta: “Ahora voy, maya”

Tenía que empezar a preparar el terreno rápidamente para su llegada, así que sin pensarlo dos veces, irrumpí en la habitación donde mi cuñada aún estaba semidesnuda, relajada, recuperándose.
- ¿Qué estás viendo, Sonia? Mmm ¡Menuda sorpresa! –mi cuñada se quedó blanca por un instante para en seguida ponerse roja como un tomate- Así que ¿pajeándote viendo una porno de boyeras? Me ha encantado verte, y grabarte, ha sido una delicia. ¿Esto lo sabe Marc?

Ella se tapaba como podía, buscando su ropa tirada por el suelo, pero yo se la apartaba con el pie para que no la alcanzara. No quería que se vistiera antes de que llegase mi Domine. Seguí hablándole, acercándome cada vez más, mientras ella se revolvía en la butaca, mirándome aterrorizada.

- Te voy a proponer un trato. Yo te prometo no colgar ese vídeo en ninguna página de internet y tú me permites enseñarte lo que es el placer de verdad. De momento ya lo he subido a mi nube.
- Tú no harías eso.
- Ponme a prueba. Deja que te diga que en el vídeo se ve muy bien la cara de placer que estabas poniendo hace un momento.
- No eres tan cabrona…
- ¿No lo soy? Esto lo hago por tu bien; sé que dentro de un ratito me darás las gracias.
- ¿Qué es exactamente lo que quieres?
- Que te dejes hacer, solo eso. De entrada para asegurarme de ello te voy a atar un poco a la butaca. No te muevas, Sonia. Ya sabes lo que te juegas si lo haces –le dije enseñándole mi teléfono.

Fui a la cocina y cogí un rollo de cinta de embalar, puse sus manos tras el respaldo de la butaca y las inmovilicé y até sus rodillas a las patas traseras de la butaca para que no las pudiera cerrar. Saqué otra vez sus tetas de la camiseta, aprovechando para sobárselas un poquito, mirándole a los ojos con una sonrisa tranquilizadora en los labios. Y en ese preciso momento sonó el timbre de la casa.

- Ya está aquí.
- ¿Quién está aquí?
- El Profesor, mi Domine, quien te va a enseñar todo eso que necesitas aprender.

Abrí la puerta y el Profesor Domine entró con una sonrisa en los labios.
- Vamos a ver qué me has buscado, maya.

Lo conduje hasta la habitación y abrí la puerta de par en par, mostrando a mi Domine el cuerpo expuesto de mi cuñada, que se agitaba en la butaca intentando en vano soltarse de las ataduras, así, con las piernas bien abiertas mostrando su coño mojado, con los pechos saltando con cada uno de sus movimientos.

- Sonia, te presento al Profesor Domine –dije.
- ¡Estás loca, suéltame!
- Maya, has hecho bien tus deberes, veo que lo tienes todo preparado –dijo el Profesor acercándose despacio hacia mi cuñada y empezando a sobar sus pechos desnudos.
- ¡Déjeme en paz! ¡Maya, estás loca!
- No me gustan los gritos, maya, ya lo sabes. Haz algo para que se calle.
Sin pensarlo dos veces, me quité el tanga que llevaba puesto, se lo metí a mi cuñada en la boca y le puse un trozo de cinta de embalar sobre los labios.
- Tranquila, Sonia –le decía mientras lo hacía-, vas a experimentar un placer que ni siquiera habías imaginado hasta hoy, ya lo verás.

El Profesor Domine sonreía complacido mirándonos. Yo me quedé en mi postura de inicio, con las manos a los lados, la cabeza baja, esperando la orden de mi Domine.
- Maya, desnúdate, no está bien que nuestra alumna se sienta en inferioridad de condiciones ¿no crees?
- Sí, mi Domine.

Me desnudé completamente y volví a mi posición. El Profesor se acercó a mí y me inspeccionó como es costumbre, luego volvió a sobar a mi cuñada, desde su espalda mientras ella se revolvía, endureciendo sus pezones como nunca lo habían estado.
- Maya, tu amiguita tiene el coñito muy mojado. Anda, límpiaselo un poco antes de empezar.


Yo me puse de rodillas ante mi cuñada y empecé a lamer su chochito, de arriba abajo, recorriendo con mi lengua cada pliegue y cada protuberancia, deteniéndome en su clítoris, metiendo la lengua dentro de su vagina y saboreando toda aquella delicia. Mientras tanto, mi Domine seguía jugando con sus dedos en los pechos de mi cuñada, pellizcándolos, moviéndolos, estirando de ellos un poquito… Muy pronto los movimientos bruscos de ella intentando liberarse se transformaron en jadeos de placer, silenciados por mi tanga en su boca. Mi Domine cada vez apretaba más sus pezones, y yo recogía todos esos fluidos que su coñito seguía expulsando. Entonces mi Domine fue hasta su
maletín y lo abrió, mostrando su contenido por fin; varios consoladores de diversas medidas, algún plug anal, cuerdas, pinzas… Un “kit de emergencias” realmente inspirador. Cogió un par de pinzas y se dirigió de nuevo hacia el pecho de mi cuñada.

- Maya, explícale a tu amiga lo que voy a hacer.
- Sí, mi Domine –y dirigiéndome hacia mi cuñada le dije – Eso, Sonia, son pinzas que el Profesor va a poner en tus pezones. Dan un poquito de miedo, pero ya verás que no hacen daño, solo un poquitín de nada, y verás como cuando te las quite tus pezones están sensibles hasta más no poder, cómo cualquier roce hará que se pongan muy duritos, cómo el mero hecho de llevar puesto el sujetador hará que estés excitada.
- Muy bien, Maya, ven aquí y ayúdame a ponerle los pezones bien duritos.

Me acerqué y empecé a jugar con los pezones de Sonia como me gusta que hagan con los míos, pinzándolos con los dedos, recorriendo las areolas con un roce de las uñas, rozando sus botones con las yemas, pellizcándolos un poquito… Estaban muy duritos cuando mi Domine cogió uno de ellos y le puso una pincita, luego hizo lo mismo con el otro. Mi cuñada se miraba las tetas como sorprendida.
- ¿Lo ves? Apenas duelen ¿A que no?
Mi cuñada negó con la cabeza.
- Dentro de un ratito se las quitaremos y comprobará esa sensación ¿Verdad, maya?
- Sí, mi Domine –contesté sonriente.
- Ahora vamos a enseñar Sonia lo que disfrutas tú con tu culito. Ven, ábrete bien las nalgas para que ella lo pueda ver bien.
- Sí, mi Domine –dije reclinándome un poquito sobre la mesa del comedor y abriéndome como mi Domine había pedido.

El profesor cogió uno de los vibradores, no demasiado grande, le puso un poquito de lubricante y empezó a metérmelo en el culo. Yo giré la cabeza para que Sonia me pudiera ver la cara, y sonreí para que supiera que aquella mezcla de sensaciones, de pequeño dolor y gran placer, era tremendamente excitante para mí. Mi Domine siguió metiéndolo hasta el fondo, y lo encendió, causando en mí un inmediato estremecimiento. Mientras él miraba a mi cuñada sonriente, ella miraba mi culo como alucinada, como si no pudiera creer que aquello fuera tan placentero como le estábamos demostrando que era.


- ¿Te gusta, Maya?
- Sí, mi Domine.
- Explica a Sonia lo que se siente con un vibrador en tu culito.
- Al principio es extraño –empecé a explicar despacio entre gemidos y jadeos-, incluso duele un poquito, pero el Profesor sabe hacerlo muy muy bien, y el dolor de seguida desaparece y solo queda placer, mucho placer…
- No vayas a correrte todavía, maya. Aún no es el momento.
- Lo siento mi Domine, pero estoy muy… Estoy a punto de…
- ¿Tú crees que a Sonia le gustará si se lo metemos a ella?
- Sí, mi Domine, seguro que sí.

Sonia se volvió a revolver en la butaca, haciendo que se movieran las tetas pinzadas y sin poder cerrar las piernas. Tenía miedo y se notaba. El Profesor Domine se acercó a su oído y le dijo en voz baja:
- Tranquila, Sonia. Cuanto más nerviosa te pongas más molesto será. Pero maya te va a ayudar a relajarte. Vamos maya, tú sabes cómo; juega un ratito con tu lengua en su culito.

Volví a ponerme de rodillas entre las piernas de mi cuñadita, y le abrí las nalgas con las manos para tener mejor acceso. Esta vez pasé la lengua desde el clítoris hacia abajo, pasando por toda su rajita, hasta llegar a aquel culito virgen que se tensaba sobremanera. Mi Domine a mi lado, acariciando mi cabeza me marcaba el ritmo que quería que imprimiera a mi lengua. Poco a poco, mi cuñada empezó a relajarse, y noté como destensaba los músculos de sus nalgas y a abrir un poquito más las piernas ya abiertas. Le metí un poquito la lengua en el agujerito y noté cómo al instante este se abría un poquito.

Aquello le estaba gustando evidentemente. Tras unos minutos mi Domine volvió a hablar.
- Déjame a mí, maya. Creo que Sonia ya está preparada para que le metamos esto –dijo mostrando un mini plug ya lubricado.

El Profesor se acercó a Sonia, sin dejar de mirarle a los ojos de forma tranquilizadora y poco a poco le fue metiendo el aparatito en el culito de ella. Al sentirlo Sonia dio un pequeño saltito y abrió mucho los ojos, pero el Profesor Domine no paró y siguió metiéndoselo despacito. En muy poquito tiempo mi cuñada ya tenía su culito penetrado.
- ¿Te ha hecho daño, Sonia? –le preguntó.
Sonia negó con la cabeza, con ojos sorprendidos. Mi Domine encendió el vibrador que incluía el plug y mi cuñada soltó un gemidito.
- ¿Te gusta, Sonia? –preguntó el Profesor.
Ella afirmó con la cabeza, cerrando un poquito sus ojos esta vez. Mi Domine se dirigió otra vez hacia sus pechos, y apretó un poquito las pinzas que aún tenía puestas. Ella gimió de nuevo.
- Creo que ha llegado el momento de soltar a tu amiguita, maya. Parece que ya se está dando cuenta de lo bien que se lo va a pasar siendo una buena zorrita como tú.
- Sí, mi Domine.

Fui a buscar unas tijeras y liberé primero las piernas de mi cuñada, que ella curiosamente mantuvo absolutamente abiertas. Luego liberé sus manos que ella dejó donde estaban y finalmente le quité la mordaza improvisada de la boca.
- Sonia –dijo el Profesor Domine -, ahora quiero que te pongas de rodillas encima de la butaca, que me enseñes bien ese culito tragón que tienes.

Yo ayudé a mi cuñada a incorporarse, sujetándole el plug bien metido para que no se escurriera, y le ayudé a colocarse en la posición que mi Domine había pedido. Él se acercó a ella por detrás, sacó despacito el plug varias veces, como follándole el culito con él, hasta que lo sacó completamente y me lo entregó. Luego empezó a jugar con sus dedos en los dos agujeritos de Sonia.
- ¿Te gusta, Sonia? ¿Te da placer tener mis dedos en tu coñito y en tu culo al mismo tiempo? –mi cuñada afirmó con la cabeza mientras jadeaba de gusto -. Eso es porque eres una buena putita, Sonia. Me lo voy a pasar muy bien contigo.

Mi Domine me pidió que lo desnudara como es costumbre, y lo hice con cuidado completamente. Él se acercó de nuevo a Sonia, que no se había movido un milímetro y sin pensarlo dos veces le hundió su polla completamente en el coñito de una sola embestida. Mi cuñada gritó al sentirla y empezó a jadear ruidosamente.
- Maya, métele las tetas en la boca a Sonia, sabes que no me gustan los ruidos fuertes.
Yo me acerqué a ella, le sujeté la mandíbula con suavidad, le metí un pezón en la boca y ella empezó a mamar con deleite.
- Estás resultando ser una putita viciosa, Sonia. Que sorpresa más agradable –dijo el Profesor Domine mientras empezaba a follársela enérgicamente.

Mi cuñada no tardó ni dos minutos en volver a correrse enterita, mojando a mi Domine hasta el ombligo. Él me indicó con gestos que fuera a limpiarlo y yo
corrí a arrodillarme frente a él para lamer todos los jugos de Sonia sobre su sexo.
- Sonia, ven a ayudar a maya.
Ella ya estaba más que encantada de obedecer. Vino a ponerse de rodillas a mi lado y empezó a alargar la lengua y a lamer los huevos y la polla del Profesor, coordinándose conmigo, copiándome a ratos. El miembro de mi Domine estaba absolutamente duro, enorme, mojado y exquisito. Seguimos disfrutando la una junto a la otra hasta que el Profesor nos hizo parar.
- Maya, enseña a Sonia la postura para recibir unos azotes. Estáis siendo las dos muy putas, necesitáis un pequeño castigo.

Sonia me miró asustada, pero yo la tranquilicé con una sonrisa y la acompañé a la mesa del comedor. Apoyé sus manos sobre ella, la hice inclinarse un poquito y le indiqué que separase las piernas para ofrecer su culito y su coñito al Profesor. Yo me puse a su lado en la misma postura. El Profesor Domine se acercó a nosotras despacio y empezó a alternar azotes en su culito y en el mío, en el suyo flojitos y en el mío bien fuertes; al fin y al cabo, ella tenía que ir acostumbrándose poco a poco a recibirlos. Yo estaba absolutamente excitada, me moría por sentir a mi Domine disfrutando dentro de mis agujeros. El siguiente azote que recibí, bien fuerte, no fue en mi culo sino en los labios de mi coño; no tenía ninguna duda de que la mano de mi Domine se había mojado al darlo. Otro flojito a ella y otro para mí. Me estaba deshaciendo de excitación. Mi Domine detuvo sus azotes y sin previo aviso empezó a follarme con fuerza. Tras unas cuantas embestidas sacó su polla completamente empapada de mí y la metió en el coñito de mi cuñada, que reaccionó como yo, gimiendo y jadeando. El Profesor volvió a mí, llevándome casi al orgasmo y volvió a salir para dirigirse a mi cuñada.

Cuando volvió a penetrarme no pude aguantar más.
- Mi Domine, necesito tu permiso para correrme.
- Córrete, maya. Córrete como la puta que eres. Córrete ahora.

Oír esas palabras fue el detonante para tener un intenso orgasmo que me dejó las piernas temblando. Sonia me miraba mientras yo me corría, anhelando que volviera a llegar su turno.
- Estabas muy cachonda, maya; me has dejado muy bien lubricado. Vamos a aprovecharlo. Ahora me vas a ayudar follarme el culito de tu amiga.
Sonia me miró asustada pero manteniendo su postura. Yo, relajada, casi flotando, le sonreí y empecé a acariciar su culito enrojecido aún por los azotes.
- Primero quítale las pinzas de las tetas, maya. A ver si están ya tan sensibles como esperamos.
Lo hice con cuidado y empecé a acariciar suavemente los pezones de mi cuñada. Ella dijo un “¡Ohhh!” infinito, cerrando los ojos, encantada de la vida. Mientras tanto, el Profesor empezó a frotar su glande sobre el culito de Sonia.
- Ven, maya. Abre bien el culito de tu amiga, que yo se lo pueda follar mejor…

Yo me giré hacia las nalgas de Sonia, acariciándolas suavemente y aumenté la presión sobre ellas para que se abrieran completamente, mientras mi Domine empujaba su glande hacia su interior. Ella ya estaba muy dilatada, no le costó mucho al Profesor introducir completamente su polla en su culito, y una vez dentro empezó a moverse poco a poco. Ella soltó algún pequeño gritito controlado, le dolía un poquito, pero no quería que mi Domine parase y se notaba.

- Maya, de rodillas, quiero sentir tu lengua en mis huevos mientras enculo a Sonia.
Obedecí de inmediato. Me puse de rodillas entre las piernas de mi Domine alargando el cuello buscando sus testículos que se me escapaban con el movimiento, cada vez más enérgico, cada vez más salvaje. Sonia gritaba, mi Domine gemía y yo me volvía loca alargando la lengua. Cuando al cabo de un ratito mi Domine sacó la polla del culito de mi cuñada, me cogió del pelo y se corrió sobre mi cara. Yo lo miré con agradecimiento, relamiéndome para degustar aquel manjar.

- Bueno, ¿tú qué dices, maya? ¿Crees que a Sonia le ha gustado ser mi putita?
- Sí, mi Domine, estoy segura de que sí.
- Gracias, Profesor –sonó la voz de Sonia.

- Creo que nos vamos a llevar muy bien los tres –dio el Profesor Domine y rio abiertamente.

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