Trio, con mi Amo y mi cuñada, la nueva puta.



Mi cuñada había disfrutado de aquel primer encuentro y no se esforzaba en disimularlo; me hablaba cada vez que tenía ocasión de las sensaciones que había tenido, aquella mezcla de miedo y excitación, de dolor y placer, de vergüenza y deseo de mostrarse, que había tenido en su primera experiencia con el Profesor Domine. Y yo le hablaba de las mías, de cómo me sentía nerviosa y excitada, cohibida y deseosa al mismo tiempo a cada momento durante mis sesiones.

Nunca había tenido ocasión de compartir todo eso con otra sumisa y me encantaba poder compartir esa parte de mi mundo con alguien tan cercano y que sintiera lo mismo que yo. Ese grado de confianza convirtió en muy poco tiempo a mi cuñada en casi una hermanita con quien compartirlo todo. Por eso, el día que el Profesor me mandó un mensaje anunciando nuestra próxima sesión nos entusiasmamos juntas, eligiendo la lencería y la ropa que íbamos a llevar, el pelo, el maquillaje y los zapatos.

Llegamos juntas al lugar de la cita nerviosas, mirándonos sonrientes, excitadas desde el momento en que nos subimos al coche para acudir allí, y con puntualidad meridiana apareció el Profesor Domine, serio, elegante, impecable, mirándonos severo como evaluándonos. Nos pusimos serias al momento. Yo bajé la mirada respetando el protocolo aunque aún no se hubiera iniciado la sesión, la mera presencia del Profesor me hace sentir humilde ante él. Sonia, por el contrario, seguía sonriente, mirando al Profesor Domine de frente, hasta que me miró y se dio cuenta de su torpeza.


- "Vamos, putitas mías –dijo él en un susurro al saludarnos-. Hoy tenemos una lección importante que enseñar a Sonia."

Mientras subíamos en el ascensor, mientras caminábamos hacia la puerta del mueblé, mientras esperábamos en la puerta tras tocar el timbre, el Profesor se colocó entre nosotras y nos sobaba el culo a ambas. Estábamos a su servicio y eso hacía que lo notásemos intensamente, nos excitaba y nos hacía desear más. Por eso, cuando llegamos a la habitación ya estábamos las dos cachondas perdidas. Siguiendo las órdenes de nuestro Domine, nos desnudamos la una a la otra y una vez él hubo revisado a sus dos sumisas como le gusta hacer, nos ordenó desnudarle y lavarle con el detenimiento que merece.

En la ducha nos colocamos una delante y otra tras él, empezando a enjabonarle por arriba, por el cuello, y bajando suavemente por todo su cuerpo, incidiendo especialmente en el sexo y el culo de nuestro Profesor y sintiendo cómo se excitaba con ello. Luego, le enjuagamos despacio y comprobamos con nuestras lenguas que no quedaba resto de jabón en ningún rincón. En todo el proceso, Sonia me miraba y me copiaba, buscando de vez en cuando mi mirada y sonriéndome.

Seguidamente el Profesor Domine hizo que nos lavásemos la una a la otra, con el mismo detenimiento que habíamos tenido con él. Mientras se secaba nos observaba complacido, y nos iba dando pequeñas instrucciones: “Maya, pon más jabón en las tetas de sonia...” “Sonia, mete bien los deditos en el culo de maya, lo quiero bien limpito”. Resumiendo, cuando salimos de la ducha yo estaba al borde del orgasmo y ella igual.

Una vez de vuelta junto a la cama el Profesor nos puso frente a él para informarnos de lo que iba a suceder a continuación, mientras nos sobaba los pechos a una y otra, dijo:

- "Sonia, debes aprender que ser sumisa es algo más que disfrutar del sexo intenso. Debes entender el placer de servir a tu Domine, debes aprender que el placer de tu Domine es el mayor premio que debes esperar. Por eso hoy maya te va a atar a la cama, para estar a merced de mis deseos. Debes aprender a confiar en Mí y en que ninguno de los límites de los que hemos hablado se va a transgredir. Primero te vas a tumbar boca arriba en la cama y maya te atará con las cuerdas que he traído."

Dicho esto, me entregó las cuerdas e indicó a Sonia que ya podía acostarse. Yo la até siguiendo las instrucciones de nuestro mentor, teniendo cuidado de no apretar demasiado para no dañar su piel. Al poco tiempo mi hermanita ya estaba con los brazos y las piernas abiertos, absolutamente desnuda y absolutamente expuesta, cachonda, húmeda y dispuesta.

- "Lo primero que vas a aprender hoy es a obedecer mis órdenes. Y la primera orden que te doy es que le comas el coño a maya. Ella se va a poner de rodillas sobre tu cara, sé una buena perra y dale placer para mí. No dejes tu tarea hasta que yo te lo diga, pase lo que pase. ¿Entendido?"

Sonia asintió y yo obedecí la instrucción tácita, poniéndome abierta de piernas de rodillas sobre su cara. Ella empezó a lamer primero mi clítoris, despacio, como sin atreverse a hacerlo demasiado fuerte. Era la primera vez que otra mujer me lo hacía y la verdad es que yo estaba disfrutando muchísimo. No pude controlarlo al empezar a gemir. Mientras tanto el Profesor había cogido uno de nuestros vibradores y había empezado a follar su coñito con él. Noté como cuanto más se excitaba ella mejor me lo comía, succionaba, metía su lengua cada vez más rápido y tragaba todos los jugos que mi coño no paraba de expulsar.

No tardé en pedir permiso a mi Domine para correrme pero no me lo concedió. Por el contrario ordenó a sonia que pasara a mi culito, que lo lamiera bien lamido. Él seguía masturbando a sonia con el vibrador, ella estaba enloquecida; rodeaba mi ano con la punta de la lengua, lo mojaba e incluso lo penetraba un poquito de vez en cuando. Nunca nadie me lo había hecho y reconozco que fue una auténtica delicia.

Una nueva orden me indicó que debía sobar las tetas de sonia mientras ella me comía el culo, y lo hice porque me moría por hacerlo desde que me había arrodillado sobre ella. Primero los bombeé, haciendo que sus pezones subieran y bajaran y viendo cómo se endurecían aún más, luego pellizcando éstos, cada vez más fuerte. Sonia estaba a punto de correrse y lo hizo sin pedir permiso, explotando sobre la mano del Profesor, que seguía masturbándola. Vi en él un atisbo de sonrisa satisfecha, de hecho creo que era eso precisamente lo que quería, tener una excusa para castigar a su perra.

- "Vaya, sonia, debes acostumbrarte a pedir permiso para hacer esto, y lo sabías antes de entrar en esta habitación. Voy a tener que educarte mejor. Maya, desata a sonia y ponla a cuatro patitas."

Sonia me miraba asustada mientras lo hacía, pero yo le sonreí y le guiñé un ojo para tranquilizarla. Le ayudé a ponerse a cuatro patitas sobre el colchón, con la cabeza mirando hacia nuestro Domine. Él metió de golpe la polla enhiesta en su boca, hasta el fondo, y la mantuvo ahí, sujetándole la cabeza hasta que a Sonia le dio una arcada. Luego empezó a meter y sacar su miembro en la boca de mi hermanita en embestidas fuertes hasta bien al fondo, aunque el movimiento hacía que ella pudiera ir controlando las arcadas que amenazaban constantemente con aparecer.


- "Maya, azota el culito de sonia mientras le follo la boca, y no seas suave, quiero oír esos azotes."

Yo obedecí, azotando una y otra nalga de forma alternativa, e incluso bajando, azotando su coñito de vez en cuando, mojándome los dedos en él alguna que otra vez. Los azotes sonaban, pero no eran demasiado fuertes, sabía que sonia era capaz de aguantar mucho más que eso. Mi Domine estaba a punto y se le notaba, pero no quería correrse aún, así que paró y se dio media vuelta:

- "Ahora lame mi culo como lo has hecho con el de maya. Maya, ven aquí y abre mis nalgas para que sonia lo alcance más fácilmente."

Yo corrí para obedecer al instante, acariciando las nalgas de mi Domine suavemente y abriéndolas lo justo para que sonia pudiera acceder cómodamente. Ella estiró su cuello y aún más su lengua, en punta y mojada y bajo mi atenta mirada fue rodeando su ano, una y otra vez, lamiéndolo, penetrándolo un poquitín, pasando esa lengua de puta de arriba hasta abajo y de vuelta. De vez en cuando ella me miraba y yo le sonreía y le indicaba que siguiera concentrada. Veía la cara del Profesor mientras ella lo hacía, sentía el temblor de su excitación en las manos, estaba disfrutando de ese momento aunque no estuviera contribuyendo a él, y me sentía un poco inútil en aquel momento. Afortunadamente justo entonces, recibí una nueva orden:

- "Maya, de rodillas, quiero que me lamas los huevos mientras sonia me come el culito."

Me moría por ayudar a dar placer a mi Domine, así que obedecí gustosa con una sonrisa en los labios. Primero repasé todo su escroto con la lengua, mojándolo completamente, luego empecé a succionar, a rodear sus testículos con mis labios y haciéndolos rodar sobre mi lengua, primero uno, luego otro, luego los dos... Sentía su polla dura golpeándome de vez en cuando en los ojos y sus gemidos de gusto eran música celestial. Estaba muy cachonda, así que pedí permiso a mi Domine para masturbarme mientras lo hacía.

- "¡Qué zorra eres, maya! ¡Me encanta! Anda, métete los deditos en el coño y pajéate, que te lo estás ganando."

Tras unos minutos entregada a mi tarea y gimiendo de placer, el Profesor decidió que quería cambiar de nuevo; una nueva lección que sonia debía aprender. Hizo que ella se pusiera a cuatro patitas sobre el colchón, pero esta vez ofreciendo su culito. Mientras tanto yo seguía lamiendo los testículos cada vez que me era posible y masturbándome. Ella obedeció sin rechistar al instante.

Ella estaba seria sin saber qué era lo que le esperaba a continuación, pero no protestó en ningún momento, incluso cuando mi Domine untó lubricante en su ano, metiendo un dedito luego dos; sólo dio un pequeño respingo. Tampoco protestó cuando el Profesor introdujo un vibrador en su culito y lo encendió. Bien al contrario, ella comenzó a gemir como una ramera sin poder controlarlo. Nuestro mentor aprovechó para azotar el culito de mi hermanita teniéndola así, penetrada y expuesta, mientras le susurraba:

- "Quiero que se te quede el culo bien rojito, puta, que te acuerdes de esta lección durante mucho tiempo cuando te sientes."

Tras unos cuantos azotes yo sabía que a sonia le escocía, el sonido del vibrador me recordaba ese placer en el culito, y sus gemidos me recordaban esa deliciosa mezcla de placer y dolor y me ponían como una moto. Dejé de alargar mi lengua sobre el sexo del Profesor para decirle:

- "No puedo más, mi Domine, necesito correrme, por favor."
- "Maya, ya has sufrido bastante. Córrete, mi perrita, te lo mereces."

Al decir eso, el Profesor empezó a follarse el coño de sonia, tres o cuatro embestidas que le dejaron la polla absolutamente empapada y se giró hacia mí para embestir mi boca de la misma manera mientras sujetaba mi nuca, y de regreso al coño de mi hermanita. Siguió alternando su coño y mi boca hasta que me hube corrido largamente, con el sabor de ese coño en mis labios y mi lengua.

Sonia gemía de nuevo a punto de correrse. Pero había aprendido la lección y esta vez sí que pidió permiso para disfrutar de ese orgasmo, y esperó las palabras de nuestro mentor:
- "Córrete, puta, córrete como la perra que eres."

Sonia me estaba dando mucha envidia, pero mi Domine no se había olvidado de mí. Cuando sintió que iba a correrse sacó su miembro del coño de sonia, me cogió del pelo y se corrió sobre mi cara y mis tetas; un orgasmo largo y abundante como regalo para su ayudante. Entonces se dirigió a sonia para dar una nueva orden:

- "A ver, perrita, limpia a tu hermanita con la boca, que mira cómo la he puesto."

Sonia lamió el semen del Profesor de mi cara, de mi cuello y de mis tetas, para luego volver a mis labios y darme a probar aquella delicia; nuestro premio. Fue un beso dulce y exquisito, con el sabor que más nos gusta a ambas desde entonces, mezclando el sabor del semen del Profesor Domine que tenía ella en su boca y el de su coñito que tenía yo en la mía.

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