Hoy mi Domine me ha puesto un
ejercicio diferente. El ejercicio que tenía preparado para hoy era escribir
palabras soeces sobre mi cuerpo. Lo he hecho, por supuesto; zorra, puta, perra,
guarra, meretriz, putón… en varias partes del cuerpo, fóllamelo en una pierna,
con una flecha apuntando a mi coño, y pétamelo en el culo.
Cuando ya estaba todo eso
escrito, mi Domine me ha pedido otro ejercicio, que escriba mientras me
masturbo, desnuda, con esas palabras escritas sobre mi piel. Así que aquí me
tenéis, con un consolador metido por el coño, moviéndome en la silla mientras
escribo e intento controlarme para no correrme demasiado rápido.
Esta mañana hemos estado
conversando por escrito; solo con ver su primer mensaje ya me he puesto
caliente. Me hablaba de lo que sentía cuando veía caer su semen sobre mi
lengua, sobre la lengua de su perra. Estaba tomando café en ese momento, un
café con leche, y no he podido evitar imaginar que esa leche que teñía mi café
era la suya, la que me regala en cada una de nuestras sesiones…
Mi Domine ha conseguido que me
pusiera cachonda tomando café.
Luego hemos estado hablando del
desayuno, de lo maravilloso que sería para mí poder esconderme bajo su
escritorio antes de que sus compañeros llegasen y mientras él trabajase, estar
todo el tiempo lamiendo sus huevos, recorriendo su polla con mi lengua,
recogiendo sus gotitas de excitación, despacio, pasando mis labios por su
tronco, tragando, rodeando su glande con la punta de la lengua, sorbiendo,
hasta que se corriese en mi boca, me regalase ese desayuno que tanto ansío,
estando allí, rodeados de compañeros de trabajo.
Luego, allí escondida, en mi
mente lo veo, mi Domine me miraría, y yo, estando escondida de rodillas bajo la
mesa, le sonreiría y vocalizaría con mis labios empapados de su leche “GRACIAS”
y me relamería…
No lo voy a negar, imaginar eso
me ha puesto muy cachonda, más todavía.
Luego hemos seguido charlando,
hasta que en un determinado momento mi Domine me ha pedido que le dijera si adoro
su polla, si la amo, y esto es lo que le he contestado:
- “Adoro su polla, mi Domine,
la deseo, la sueño y la necesito. Quiero besarla, lamerla, chuparla, tocarla y
sentirla.”
Es lo que siento, ese
comentario es absolutamente sincero.
Adoro su polla. En cada sesión,
cuando se cierra la puerta de la habitación y me encuentro ante el Profesor, él
se acerca a mí, y suele empezar sobándome los pezones por encima de la ropa, y
es magnífico, pero me excita más sentir en mi vientre cómo su polla va
creciendo bajo su pantalón, cómo se va poniendo dura como una piedra desde el
segundo uno, la imagino rosada, gordita, humedeciéndose, y me muero por
devorarla.
Adoro su polla, y me gusta
mucho cuando estoy desnudando al Profesor, hacer que golpee mi cara cuando bajo
su ropa interior. Evito apartarme cuando lo hace, restriego mi cara todo lo que
puedo con ella cuando la siento, mientras ayudo a mi Domine a sacar la prenda
del todo y me rezago en separarme de ella a conciencia.
Adoro su polla, deseo sentirla
sobre mi piel, recorriendo mi cara, pintándome los labios, mojándome los
párpados con su líquido, sintiéndola en mis mejillas, muriéndome porque la meta
en mi boca.
Adoro su polla, quiero mimarla,
cuidarla, humedecerla con agua templada, lavarla suavemente con un poquito de
jabón, incidiendo en cada uno de sus pliegues, en cada una de sus curvas con
mis dedos, de forma suave y lenta, manteniéndola dura hasta el extremo,
abrazándola con mis manos y frotándola con la espuma así. Luego enjuagarla,
vertiendo el agua sobre mi mano y dejándola caer desde ahí, mientras la sujeto
delicadamente con la otra mano y la voy acariciando para comprobar que se va el
jabón. Luego degustarla, para comprobar que los restos de gel han desaparecido,
antes de abrazarla de nuevo entre las manos con una toalla suave hasta que la
humedad desaparece.
Adoro su polla, anhelo ver el
brillo de sus gotitas en la punta brotando mientras me postro ante Él, mientras
ofrezco mi cuerpo para que Él lo use, y lamer esas gotitas, cada vez que
aparezcan, y decir “Gracias, mi Domine” por todas y cada una de ellas, cuando
las recojo, lamiendo la puntita, o besándola con los labios, o sorbiendo un
poquito para reclamar que vuelvan a aparecer.
Adoro su polla y me muero por
sentirla golpeando mi lengua y mi paladar, degustándola, atragantándome
incluso, rodeándola con mis labios, haciéndola bailar por la lengua,
saboreando, haciéndola llegar a mi garganta y tragando para sentirla más.
Adoro su polla, necesito
sentirla follándome, resbalando con toda la humedad que surge de mi coño con
solo verla, hundiéndose en mí de golpe, con fuerza, hasta hacer tope, una y
otra vez, hincándose en las paredes de mi vagina hasta derramar mi orgasmo.
Adoro su polla, me vuelve loca
sentirla enculándome, despacio al principio, con más fuerza en cada embestida,
la siento durísima, gozando de mí, abriéndome, mientras mi Domine me sujeta por
el pelo, y me da un placer indescriptible.
Adoro su polla y estoy deseando
que se vierta sobre mí, que derrame toda su leche donde ella quiera, donde ella
decida, en mi boca, en mi culo, en mi cara o en mis tetas, cuando y como
quiera, porque sea como sea es un premio extraordinario para mí.
Adoro su
polla, me encanta todo de ella, su color, su sabor, su turgencia, su forma…
Todo. Y lo siento pero no he podido reprimir más el orgasmo mientras la
recordaba.
Imagen de maya tomando su leche
Un escrito de maya, sumisa del Profesor Domine.
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