Visita a domicilio del Doctor a su perra.



Aquel día me encontraba en casa de baja por una lesión, y andaba medio aburrida en la cama, reposando. Unos días antes había conocido a un hombre, el cual se hacía llamar Profesor Domine, al que le gustaba pervertir y someter mujeres. Era un Amo que quería 'educarme' para convertirme en su perrita.

Esa mañana, sin saber qué hacer, me decidí a escribirle. La realidad es que me pone bastante cachonda hablar con él, y quería hacerlo. Ya me había masturbado un par de veces charlando con él, y me ponía mucho la idea de conocerlo. Después de un rato charlando de sexo y de nuestras fantasías sexuales, me sorprendió con una propuesta muy entretenida.

Me propuso hacerse pasar por el médico y pasar a hacerme una visita para proporcionarme el tratamiento adecuado. Como era lógico, al principio aquello me pareció demasiado atrevido. No lo conocía de nada, y aquel hombre pretendía follarme como a una perra. Lo normal habría sido decirle que no, pero en aquel momento yo andaba muy mojada y no pude negarme.

Una hora más tarde, él apareció con su bata de médico y su maletín. Yo ya me encontraba un poco nerviosa, sin saber lo que iba a ocurrir a partir de ahora, y eso me excitaba aun mas.

Me había ordenado que dejara entreabierta la puerta y lo esperara desnuda en la cama. Yo, como buena niña, así lo hice,  y así me encontraba cuando el llego.

- 'Hola perrita, voy a proceder a hacerte un examen exhaustivo para ver el alcance de tu lesión. Quédate quieta y te prometo que no te dolerá' - me dijo.

Sin más, el Doctor el Doctor Domine comenzó a tocar mi cuerpo, con detenimiento, pasando por todos los rincones de mi anatomía, mientras me susurraba al oído lo que me iba a hacer. Aquel hombre pellizcaba mis pezones, ya duros, aumentando la presión, cada vez un poco más fuerte, provocando que me retorciera de placer en mi cama.

Mi respiración se aceleraba, y de mi garganta salían pequeños gemidos, a lo que el Doctor me decía 'Chisss … Silencio perrita, aun no quiero oírte'.

Para entonces yo ya me encontraba muy cachonda. Sus manos habían ya acariciado mi cuerpo, y mi conejito estaba ya mojado. Entonces, sin mediar palabra, tiró de mi cuerpo y me hizo girar completamente, dejándome al borde de la cama, con mi culo en pompa y a su alcance.

- 'Zasss' -  un azote inesperado.
- 'Vamos a ver como andas de temperatura', dijo.
- 'Zasss', otro azote mientras yo me estremecía. Nunca me habían azotado pero aquello me gustaba.

Cada X azotes, el Doctor paseaba sus dedos por mi culo y mi rajita, para lubricarlos con mi ya más que evidente humedad. De repente, sin avisar, introdujo un plug en mi culo, que me hizo dar un respingo, y él me volvió a azotar.
- 'No te muevas, perrita. No interrumpas el tratamiento.'

Cuando mi culo ardía por sus azotes, comenzó a  jugar con el plug en mi ano, a penetrarme y a sacarlo. A mí ya me temblaban las piernas, lo sentía entrar y salir, dilatando mi inexperto culito. Nunca habían poseído mi culo, y siempre le había tenido mucho respeto a esa experiencia. Pero sorprendentemente para mí, lo estaba disfrutando, y mucho.

Yo estaba a punto de correrme y Él lo sabía. Por ese motivo, para impedirlo, paró aquel movimiento, y me dijo:
- 'No he acabado contigo perrita, no puedes correrte aún. Acabamos de comenzar, y sólo podrás correrte cuando te atraviese con mi polla.'.

Entonces subió a la cama, posicionándose delante de mí, con su pene a escasos centímetros de mi cara. Yo hacía esfuerzos por contenerme, la boca se me hacia agua deseando saborearla pero no tenía permiso para hacerlo:
- 'Ya sabes que las buenas perritas chupan sólo cuando su amo se lo ordena, y por ahora no puedes. Quiero que primero lamas mi culo'.

Aquella frase me excitó aún más. No lo dudé ni un segundo, a pesar de no haberlo hecho nunca, y ayudada con mis manos comencé a lamer, pasando mi lengua una y otra vez por la raja de su culo, hundiendo mi lengua en su ano, sin presionar. Yo notaba su excitación y su polla cada vez más dura, y comencé a masajear sus huevos, suavemente. Aunque él no me lo había pedido, tampoco le molestó. Yo seguía lamiendo su culo, mientras iba deslizando mi lengua hacia sus huevos, con la ida de chuparlos, primero uno, luego el otro, metiéndolos en mi boca.


Entonces, un sonido gutural salió de su garganta, lo cual hizo que me mojara más si cabe y agarrando mi pelo me ordenó
- 'Abre bien la boca, puta, voy a meter mi polla.', y comenzó a follar mi boca.

Él metía su miembro erecto hasta el fondo, llenándome la boca, hasta topar con mi garganta, lo cual me hacía saltar las lágrimas. Aun así, yo no dejaba de lamer su pene  con mi lengua, y aprovechaba para chupar su capullo cada vez que la sacaba y la metía. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero a mí me pareció maravilloso, haciéndome sentir como una autentica puta.

- 'Ahora abre la boca y saca la lengua, zorra. Vas a recibir parte de tu medicación', dijo tras sacar su rabo de mi boca, y colocarlo justo enfrente de mí.

Un chorro de semen, calentito, inundó mi boca, entrando hasta la garganta, y haciéndome sentir más perra que nunca. Parte de aquel manjar salpicó mi cara provocando que cerrara los ojos. El Doctor Domine hizo que le limpiara la polla con la lengua, tragando cada gotita de mi medicación, y aún con mi cara llena de su semen, me dijo al oído:
- 'Ahora me voy a ocupar de ti, zorra'.

Y así, sin descanso, volvió a ocupar su posición detrás de mí. Acarició primero mi culo, donde seguía metido el plug, e introdujo luego un vibrador en mi coñito, hasta el fondo, para comenzar así una coreografía sexual. Follaba mi culo y mi coñito con los aparatitos mientras volvía a azotar de nuevo mi trasero:

- 'Zasss, Zasss…', dos azotes en una nalga,
-  'Zasss, Zasss…', otros dos en la otra, y a follarme de nuevo.

Él notaba siempre cuando estaba a punto de correrme, y paraba sus movimientos, o los alternaba, para no dejarme correr. Yo le suplicaba que por favor me dejara llegar al orgasmo, pero él se hacía de rogar. Quería que yo sufriera, y que me excitara hasta el límite.

Finalmente, tras un dulce suplicio que duró unos minutos más, y que incluía una buena tanda de azotes, y una larga sesión de masturbación y sodomía, sacó el vibrador de mi coñito, y tras agarrarme del pelo con fuerza, introdujo salvajemente su polla, para comenzar a embestirme.

Aquello era lo que yo venía suplicando desde hacia media hora. El Doctor Domine me estiraba del pelo y me montaba como se montan a las perras. Apenas tres o cuatro empujones más tarde, al borde del éxtasis, y casi sin poder controlarme, fué entonces cuando por fin pude oír la frase que tanto deseaba:

- 'Ahora, perra, córrete para mí. Quiero oír como gimes.'

Aquello fue un detonante para mí. Todos los fluidos que llevaba guardando salieron de mi conejito mientras yo gritaba como una perra. Un gemido profundo y largo salió de mi garganta, mientras él continuaba embistiendo, sin piedad. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, transformándose en un increíble orgasmo, y dejándome totalmente exhausta.

Entonces, adolorida por los azotes, los pellizcos, y mi propia lesión, sacó su polla de mi coñito, y me acarició amorosamente. Yo sabía que aquello no era lo habitual, pero a causa de mi lesión, amablemente me ayudó a asearme, me devolvió a la cama y con un tierno beso me dijo:
- 'Verás como ahora te sientes mejor, perrita…'

Y se marchó dejándome rendida, en la cama, y sumida en un dulce sueño.

Pdta: A mi la perrita del sur, recupérate pronto.

Comentarios