Llevaba casi un mes sin tener relaciones BDSM con nadie, y
necesitaba desquitarme. A falta de sumisas en aquel momento, decidí acudir a mi
ex-alumna miranda. Sé que puedo contar con ella cuando sea necesario, y que sabrá
atenderme si así se lo pido. Ella sigue teniendo buen recuerdo de mí, y sigue
deseando que la use y la folle bien follada.
Como todos los viernes, aquel día salía antes de trabajar, y
me dirigí rápidamente a casa de mi ex-perrita. Soy un hombre bastante morboso,
y a veces me gusta algo tan básico como pedir a mis sumisas que me bañen y me
dejen bien limpio.
Nada más llegar, ella me estaba esperando, sexy, tal y como
ella sabe que a mí me gusta encontrarla. Ligerita de ropa, pero vestida. Así la
imaginación tiene donde trabajar, y yo puedo entretenerme desnudándola o metiéndole
mano...
- Bien, perrita, ahora vas a desnudarme, poco a poco, y vas
a doblar mi ropa con cuidado para que no se arrugue.
- Si, mi Domine.
Dicho y hecho, mi alumna comenzó a desnudarme con mimo.
Primero los zapatos, luego la camisa, el pantalón, y por último el calzoncillo.
Sé que a ella le encanta el momento ese en que mi polla sale de debajo del
calzoncillo y asoma la cabeza erguida y dura. Incluso intenta acercarse lo
suficiente como para que golpee su cara mientras está arrodillada ante mí. Es
un ritual en el que miranda sabe que aquella polla que tiene delante va a follarla
y va a educarla. Y ella debe cuidar y mimar esa polla.
- Ahora vamos a ir a la ducha, sumisa, y deberás bañarme y
limpiar mis bajos como a mí me gusta.
- Si, mi Domine.
Tras colocar el agua a la temperatura adecuada, mi perrita
comenzó a poner jabón en mis partes íntimas, con cuidado, con mimo. Pasando sus
manitas pequeñas por mis testículos, por mi culo, acariciando mi polla ya dura
y tiesa, y enjabonando los recovecos de mi entrepierna. Me gusta mirarla
fijamente mientras lo hace, porque puedo notar su cara de satisfacción teniendo
mi polla y mis huevos en sus manos. No puede evitar el mirarme a la cara para
ver si gesto de aprobación, a pesar de que sabe que no puede mirarme.
Tras pasar sus manos por mi verga, erguida y excitada, le
ordeno que me saque el jabón y que me seque. Ella está cachonda, y sabe que después
de secarme iremos a jugar. Así lo hace. Tras un aclarado, pasa una toalla suave
por mis partes, cuidando especialmente las partes que luego deberá lamer.
Volvemos a la habitación, donde se arrodilla ante su Amo
otra vez. Tras acercarme a ella, coloco mis huevos encima de su boca, obligándola
a chuparlos. Sabe lo que tiene que hacer, y así lo hace. Lame cada uno de mis testículos
con pasión, sin miedo. Al cabo de un par de minutos, retiro poco a poco mis
huevos de su cara, ofreciéndole así mi miembro para que lo chupe.
- Lame la polla de tu Domine, miranda. Dame placer.
Obediente como siempre, ella comienza a pasar su lengua por
la base de mi pene, repasándola de abajo a arriba, hasta llegar a la punta,
donde se entretiene lamiendo la punta. Es su alimento, y sabe que debe chupar
con ganas, como a mí me gusta. Una vez la tengo delante, y con mi miembro ya
bien duro, agarro la cabeza de mi perrita y comienzo a follar su boca, con
fuerza, metiendo y sacando mi polla de su boca.
Se acabó el chupar, ahora debe tragar rabo. Al introducir mi
miembro hasta el final, hasta su garganta, no puede evitar el tener una arcada.
Es justo lo que yo busco, quiero que tenga arcadas, para que entienda que ahora
soy yo el que lleva el mando de la situación. Continúo follando su boca, y
provocando sus arcadas, pero eso a ella no le importa, sabe que debe
aguantarlas y que yo la saco antes de que llegue a más...
Tras un rato, decido sacarla bruscamente. Puedo ver como
intenta recuperar la respiración, y me mira con respeto, preguntándose qué será
lo siguiente. Yo ya ando muy excitado, pero no quiero correrme en su boca, y
aún menos tan pronto.
- Ponte a 4 patas, sumisa. Serás mi perra hoy.
Ella, obediente, se coloca al borde de la cama, a 4 patitas,
ofreciéndome su sexo.
- Zasss... - Primer azote.
- Zasss... - Otro mas - Zasss...
Se repiten las nalgadas iniciales, como una manera de
iniciar el juego. Entonces paro un momentito, y aprovecho para introducir en su
coñito un consolador de gran tamaño. Puedo notar lo mojadita que está, y como
se estremece al notarse penetrada.
- Te gusta, zorra??
- Zasss... - Otro azote - Zasss...
Nuevamente, elijo de la mesa un plug anal, y tras ponerle
algo de cremita, lo meto en el culo de mi perrita, hasta el final. Ella
responde con un respingo, al notar como su segundo agujerito es penetrado también.
Ahora estamos en la posición que a miranda más le gusta. Sé que le encanta
ser follada a la vez por los agujeros, y que la masturbe bien.
- Zasss, Zasss, Zasss...
Una nueva tanda, acompañada del juego que me llevo con sus
dos consoladores, la ponen al límite, cachonda perdida. Me gusta agarrar los
consoladores y moverlos de manera alternativa, sin dejar que se corra, pero excitándola
al máximo. Cuando veo que moviendo uno de ellos está a punto de correrse, paro,
y comienzo a mover el otro. De esa manera la excitación se interrumpe y
comienza otra nueva. Eso la vuelve loca.
Cuando veo que ella está al borde del orgasmo, y yo ando ya
cachondo perdido, coloco un preservativo en mi polla, un pelín de cremita, y
tras sacar el plug de su culito, la penetro con fuerza, agarrando su pelo y
estirando hacia mí. Ha llegado el momento de follarla como a la perra que es.
Ella, que aún tiene el consolador en su coño, gime de placer
al sentir como mi miembro atraviesa su ano, hasta el final. Sin parar, comienzo
a bombear su culo, follándola sin piedad, estirando de su pelo como se ve en
las películas de la prehistoria...
- Córrete, puta, ahora tienes mi permiso para correrte.
Ella, que ya va mojada y al límite desde hace un rato, no
tarda mucho en llegar al primer orgasmo. Va tan cachonda, que no pierde la
excitación, y yo, que controlo la situación en todo momento, continuo el baile,
y sigo embistiéndola, sabiendo que no tardará demasiado en correrse otra vez.
Si sigo follándola como la estoy follando, no tardaré en correrme yo también,
así que decido parar un momento.
Pero no voy a permitir que miranda tenga un solo agujero libre, o
sea que vuelvo a introducir el plug nuevamente en su sitio, provocando que se
corra otra vez.
- Arrodíllate ante mí, sumisa, y lame otra vez mis pelotas -
le digo tras sacarme el preservativo.
Nuevamente, con ella desnuda y arrodillada ante mí, coloco
mis testículos en su boca, y la obligo a chupármelos durante un par de minutos,
tras los que vuelvo a realizar la misma coreografía de antes. Aparto mis huevos
de su boca, ofreciéndole de nuevo la base de mi verga. Ella, obediente y
extasiada, lame el tronco de mi polla de abajo a arriba, hasta llegar al
glande.
- Vuelve a la cama, miranda, quiero correrme en tu coñito.
Ella, cuando escucha esa frase, vuelve rápido a la cama,
esperando que por fin mi polla penetre su conejito mojado.
- Zasss, Zasss, Zasss... - Una nueva tanda de azotes antes
de follarla.
Después de jugar un minutito con su aparatito y otro más con
el plug, saco el consolador, e introduzco mi polla hasta el fondo, momento en
el que puedo escuchar un nuevo gemido por su parte. Ahora tiene el plug en su
ano, y mi polla en su vagina, hasta el fondo.
Agarrándola de nuevo del pelo, y estirando fuerte hacia mí,
comienzo a embestirla otra vez, con fuerza, con ritmo, buscando mi orgasmo. Aún
así, primero llega el suyo. Mi perrita continua cachonda perdida, mojada,
excitada, y con poco que haya se va corriendo una y otra vez...
Tras unos minutos empotrándola contra la cama, noto que
llega mi momento, y tras advertir que no llevo preservativo, saco mi polla de
su coñito para correrme en su espalda. Un rio de semen inunda su espalda,
acompañada de un gemido, profundo y largo, que le hace saber que me estoy corriendo.
- No te muevas, perra, me estoy corriendo en tu espalda.
Ella obedece, y deja que mi leche corra por su cuerpo. Yo
aprovecho para pasar mi glande por sus nalgas, rojas, para dejar también parte
de mi leche en su culito, y limpiarme así.
- Bien, miranda... me has servido bien. Ahora, sin limpiarte,
y sin sacar el plug de tu culito, debes bañarme y dejarme bien limpio, para que
yo pueda marcharme a casa. Luego, podrás sacar el aparatito de tu ano, y podrás
limpiarte tú.
Mi ex-sumisa, siempre ofrecida y obediente, cumple mis últimas
órdenes antes de verme partir por la puerta.
Muy buen relato! me ha gustado muchisimo!!! felicidades
ResponderEliminarme gusta el sado con mi hija!
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