Alex, una aspirante a sumisa en el sexólogo



Como cada día, después de casi 20 años de profesión, el Profesor Domine se dirigió al trabajo, un trabajo que le encantaba. Como sexólogo y profesor de sexología, el trabajo se le había colado en la sangre, y despues de oír tantas historias y tantas fantasías, su mente se había pervertido. Sus fantasías eran tan eróticas como las que había oído a sus pacientes y alumnos. Había aprendido formas y fantasías que nunca habían pasado por su ahora caliente imaginación.

Dentro de la dinámica diaria, lo primero que hizo fue abrir el ordenador, mirar correos por si habían novedades, cancelaciones o nuevas visitas que programar. Al entrar en la carpeta de recibidos, vio un mensaje de alguien nuevo, alguien que no había tenido nunca en su lista de "pacientes", le llamó especialmente la tención, lo abrió....

Una chica de 20 añitos, Alex, le contaba que se había enamorado de un hombre de unos 45, pero que no sabía cómo conseguir un acercamiento más intenso, con el propósito de conseguir su amor. Resulta que ya habían tonteado un poco, pero ella no tenía casi experiencia sexual y le daba miedo que su enamorado se aburriera con ella.
Respondió al mensaje, diciéndole que esa misma mañana tenía un hueco en la agenda y que si quería podía atenderla de 13h a 14h, como última visita. Momento en el que aprovechaba para hacer un descanso y reponer fuerzas comiendo algo. Que poco se imaginaba lo que acabaría comiendo...
Recibió respuesta casi de inmediato, dándole las gracias y que se presentaría en la consulta en ese horario.

Pasó la mañana con los clientes con quien tenía cita concertada si más cosas sobresaliente, a la hora indicada, salió a la sala de espera como hacía siempre para recibir a los clientes y se encontró con la única persona que quedaba allí.

"Sera Alex
", imaginó.

La saludó y la invitó a pasar a la consulta, mientras se acercaba a él, dio un repaso de su parte frontal y reconoció internamente que era una chica muy atractiva. Parecía tierna y dulce pero con un toque picarón que le gustó y llamó su atención. Al dejarla pasar la observó por su retaguardia y pensó: " que culito tan precioso, es un bombón, me encantaría explorarlo más profundamente". Entonces salió de su pensamiento y tras invitarla a sentarse al otro lado de la mesa del despacho, inició la conversación con ella.

El Profesor le preguntó que qué quería que hiciera por ella. Ella se ruborizó ligeramente y bajando los ojos, comenzó a explicar la historia de su amor hacia ese hombre maduro, que ocupaba su mente y corazón (aparte de sus deseos mas íntimos hacia el). Le comentó aún sin mirarle a los ojos, que sabía que su amor tenía unos gustos sexuales diferentes y ella quería complacerlo, él siempre llevaba la voz cantante en sus encuentros "íntimos", le hacía cosas que ella aún no entendía y le pedía cosas peculiares que ella no sabía cómo gestionar y normalmente se negaba a hacerlas, sintiendo que él se alejaba un poco de ella.

Le pedía que viniese a los encuentros con ropa llamativa, siempre con medias y tacones y que debajo del vestido llevase lencería muy sexy. Lo veía como algo que su tierna e incipiente sexualidad no llegaba a comprender del todo, no era una mojigata, pero no le gustaba ir por la calle con según que vestimenta, se sentía observada. No le desagradaba del todo, porque íntimamente le excitaba ir así vestida.

Le pidió un día que trajese algún juguete "erótico" y ahí ya se perdió totalmente, no sabía cómo conseguirlos y menos donde, y lo peor de todo no sabía exactamente qué tipo de juguete.

Todo esto lo explicaba con la vista hacia el suelo, sin mirar al Profesor nunca a los ojos.

El Profesor entendió que era por timidez o miedo a un posible reproche.
Tras un rato de charla sobre temas íntimos de ella, el Profesor fue sacando conclusiones pero quería que ella se las dijera directamente, sin remilgos ni tapujos, así se lo demandó, porque si no se sinceraba totalmente, no llegarían a ninguna parte.
Tras un silencio...ella levantó la vista y le soltó de sopetón...
- Necesito llegar a lo más profundo de mi amor, que alguien me guie para ser más atrevida en la intimidad. Quiero ser la amante deseada por mi amor, en definitiva, sorprenderlo siendo más "guarrilla" y entregada a sus deseos, los de su amor de 45 años, con especiales deseos.

El Profesor entendió, por su lenguaje corporal y por como media las palabras para no sobrepasarse por su timidez, que ella quería aprender a ser sumisa, de manera que pudiera satisfacer sexualmente a otra persona, dominante, de unos 45 años.

- Está bien, Alex - le dijo - Si lo que quieres es aprender a realizar según que prácticas sexuales, yo puedo enseñarte.

Ella estaba nerviosa y se la veía tímida. El profesor le preguntó a la chica si se masturbaba a menudo y ella toda tímida no sabía lo que decir.

- Si, claro, lo hago a veces pero es que me da vergüenza. Imagino cosas en el momento de más excitación que no sabía ni que sería capaz de hacer.

El profesor le aclaró que eso no podía ser, se ha de conocer el cuerpo propio para saber qué es lo que te da o no placer,

- ¿Como lo haces, con algún aparatito o solita? - Le preguntó el Profesor.

La chica empezaba a respirar entrecortada.

- No... Bueno....No tengo aparatos, rozo con mis dedos mi clítoris y pellizco mis pezones. Esa mezcla de dolor  me excita mucho.

- Haremos una cosa, Alex - le dijo el profesor - Si realmente quieres avanzar y ser como deseas, te voy a enseñar a hacerlo. Si quieres volver loco a tu novio has de empezar por ahí. Ven, tengo dentro un sofá donde estarás más cómoda.

La chica sonrojada no pudo decir nada, pero se levantó, como forma de aceptar la propuesta del Profesor y al ver que este se adentraba en la sala contigua, le siguió sin más. Una vez dentro el profesor le indicó lo que tenía que hacer:

- Si te parece bien, me gustaría que te sentaras en el sofá y empezaras a acariciar tu sexo como lo haces cuando estás sola.

La chica hizo lo que le decía, metió su mano debajo de su falda y empero a acariciarse con apuros.

- No te preocupes por mi presencia, preciosa, son muchos años de profesión - Le dijo el Profesor con voz suave para tranquilizarla

La chica continuaba acariciándose, cuando él la interrumpió - Creo que es mejor que te quites las medias así no llegaras donde quieres - , la chica le obedeció, trago saliva e hizo lo que le decía, se quitó las medias y siguió, se mordía los labios.

- Lo haces muy bien.- La animó durante un rato donde ella empezó a excitarse

- Pero hemos de liberar tu sexo, quítate las braguitas. - La chica se sintió incomoda

- No puedo Profesor, no puedo continuar con esto. -

 Él le dijo - ¿por qué no? , es lo mismo que haces en casa, no has de pensar en que yo estoy aquí. Piensa en tu chico, en lo enamorada que estas de él y en lo que harás cuando estéis juntos. -

Ella se levantó y se quitó toda la parte de abajo.

- Muy bien cielo -  le decía el profesor  - , Abre las piernas, quiero ver hasta qué punto está tu sexo excitado, sigue con tus caricias.

La chica continuaba pasando el dedo por su sexo.

- De arriba abajo con más intensidad, muy bien ahora tócate los pechos - 

Con la otra mano empezó a hacerlo, cuando rozo de nuevo su clítoris lanzó un suspiro, empezó a moverse en el sofá.

- Vamos, muy bien, estas cerca de correrte, bonita… sigue, mójate los dedos…

 La chica se los llevó a la boca y los humedeció de saliva y volvió a su coñito mojado, - uuuuufffff - Empezaba a suspirar, gemía cada vez más, estaba muy próxima al orgasmo, él lo sabía, y le cogió la mano, retirándola ante la suave resistencia de ella.

- Voy a ayudarte un poco guapa, así lo sentirás más -  Se arrodilló ante ella y mirándola a los ojos, comenzó a chuparle como si fuera un perro, además metió sus dedos en su coñito y empezó a follarla con ellos mientras le chupaba. La chica empezó a gritar, el placer que estaba sintiendo era superior a ella, estaba a punto de estallar, sobre estimulada como estaba, no tardó mucho en finalizar y se corrió en la boca del Profesor, le limpió el coñito con su lengua y espero a que se recuperara.

- ¿Qué tal, como te has sentido ante la presencia de alguien extraño hasta ahora, que ha llegado hasta lo más íntimo de tu cuerpo?





Ella se sentía confusa. 
- Ha sido muy intenso, pero no sé si este es el mejor método para aprender, no he hecho esto nunca. No sé cómo he podido acceder a esto. -

- Esto no es nada malo, no debes sentirte mal, solo te he ayudado un poco, estás conociendo tu cuerpo. Has hecho algo más allá de lo normal. ¿Has tenido novio antes, no? - Le preguntó el Profesor.

- Si he tenido, pero el sexo no es lo que más he practicado, solo caricias, magreos y tocamientos, nada como con mi Amor...O con usted, ahora... - Dijo ella ruborizada, con la frente perlada de gotitas de sudor tras el éxtasis de su orgasmo -

- Haremos una cosa, quiero que disfrutes como nunca, que aprendas a ser lo que quieres ser. Una zorrita en manos de un macho dominante. Me gustaría penetrarte hasta que gritaras como una perra en celo. - Le dijo él con firmeza.

 - Profesor no sé si debiera....

- No es una propuesta, zorrita, es una orden. Ven, haremos una cosa, voy a penetrarte de nuevo con mis dedos. Déjate llevar, piensa que lo que hacemos es por tu macho, por tu Dómine. - Le dijo el Profesor con firmeza.
- Ponte aquí - La posicionó en el sofá del despacho reclinado, empezó a acariciar el culito de ella, se chupó los dedos y los metió en su coñito mojado. Empezó a agitarlos con fuerza, ella se retorcía de placer, lanzaba grititos, gemía. Para acentuar el pacer, con la otra mano le pellizcaba con fuerza los pezones.

  - Así, muy bien, quiero que te corras de nuevo.- Dijo el Profesor con los ojos inyectados de perversión y deseo -

Ella, casi no podía hablar.

- Profesor, Profesor, ¿Qué me está haciendo? Me gusta mucho.... Muchoooooo.

- Lo sé perra, y más que te va a gustar.

 No dejaba de penetrarla,  ella gritaba ya sin reparos...

- Diossss, me voy a correr, me encanta,  me gustaaaaa.... Más fuerte Profesor, se lo suplico, más, quiero más.

- Claro zorra, tendrás más -

En ese momento ella se corrió de nuevo,  entre convulsiones de placer, sus movimientos eras continuos, no se creía lo que estaba sintiendo. El sacó sus dedos y ahora era su miembro duro y enorme el que la penetraba.

- Ahora te estoy follando, perra, así es como tienes que comportarte con tu novio, a mí me has excitado mucho. Eres una perrita preciosa, ahora vicios y pervertida.

El ritmo era frenético, ella ya no estaba pensando en su novio, solo quería que aquel hombre experto la hiciera llegar al éxtasis.

- Así putita. - Le decía. -  Grita, viciosa, no sabes lo que me pone, sigue moviéndote así, me encanta tu culito,  tu novio es un hombre afortunado. Esto es lo que necesitabas....Una buena follada, sin piedad y fuerte, como a partir de ahora vas a desear siempre... No pienses que esto va a acabar cuando tú quieras, acabaras cuando yo te lo ordene, perra.

- Si Señor, siiii Dómine. - le decía ella.

El Profesor, excitado, pero seguro de sí mismo, le dijo parando en seco.
- Ahora, como última lección de tu paso de niñita consentida a zorra pervertida, vas a tener el privilegio de que el Profesor te inicie en lo que va a ser tu cometido desde ahora, obedecer y ser un objeto de placer en manos de tu Dómine. -
Se separo de ella, y como si de una muñequita se tratase, le dio la vuelta, le ordenó que se pusiera a cuatro patas. Humedeció sus dedos y antes de hacerlos servir, le dejó caer en la obertura de su ano un reguero de saliva. Entonces con el culito bien ofrecido, le introdujo un dedo, moviéndolo adentro y afuera, suavemente, pero con firmeza.
Notó que el esfínter se dilataba, que palpitaba como un pez boqueando fuera del agua, y sin pensarlo le introdujo dos dedos. Ella emitía grititos y quejidos pero movía el culo acompasándose con los dedos del Profesor.
- Ahora vas a saber realmente lo que es entrega a un macho dominante. - Gruñó el Profesor. -

Sin pensarlo, encaró su duro miembro hacia la entrada del ano de ella. Puso la cabeza de su polla, encaminada sin piedad hacia su cometido, y sin más, la penetro despacio, recreándose en como entraba su miembro, rompiendo la virginidad de su culito, hasta sentirla totalmente dentro.
Ella se removía, le dolía....
- Profesor, me hace daño, pare, pare.- dijo ella
- Relájate perra, ahora empezarás a saber cómo complacer a un Dómine. Dijo el Profesor, a la vez que le daba unos sonoros azotes en el culo ofrecido de Alex. -

-  Ahhhh, ohhh. - Se quejaba ella.

El Profesor empezó entonces a follarla rápido, la cogía de las caderas para poder dominar la situación, cada vez se movía con más fuerza y rapidez. Ella cambió entonces sus grititos por suspiros, cada vez más seguidos, más ansiosos, el Profesor intuyó que estaba a punto de correrse de nuevo.
Él también tenía ganas de acabar. Iba a acabar dentro de ella, que sus intestinos notasen la calidez de su leche, la presencia de un falo grande, duro, dominador....
Bajó una de las manos y empezó a acariciar su clítoris acompasadamente con los movimientos de su pelvis.
Ella ya no paraba de gemir, emitía unos gemidos de deseo, de placer, de perversión, la perversión que tanto deseaba y que el Profesor le estaba enseñando.
- Ahora vas a sentir lo que es entrega, perra. - Le gritaba el Profesor. - vas a sentir como te invade algo que nunca habías tenido y que va a ser tu súplica ante tu Dómine. -
Ya sin poder, ni querer evitarlo, ella se dejó caer en el éxtasis de un gran y húmedo orgasmo, un interminable cúmulo de sensaciones, que se acentuó cuando el Profesor, soltó toda su eyaculación dentro de las entrañas de ella, un orgasmo de ambos que les dejó por momentos fuera de la realidad, exhaustos y rendidos al placer.
Aun con el miembro del Profesor dentro de ella, notando su vientre lleno de leche, dejó caer unas palabras delatoras.
- Gracias Profesor, gracias mi Dómine, su maestría ha sido una revelación en mi vida. Su impronta ha quedado para siempre en mí.


Una fantasía de Alex, que tiene ganas de ser tratada como una alumna...

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