Fui a trabajar como cualquier lunes
con la única diferencia de que iba tarde por 15 minutos y yo siempre me
caracterizo por ser puntual y responsable, pero me quedé dormida y mientras
corría para llegar a mi trabajo rogaba a dios para que mi jefe no estuviese
allí en la oficina.
Cuando llegué a la oficina pregunté
en recepción por mi jefe y para mi desgracia ya había llegado hace más de media
hora. Subí rápidamente a mi piso, dejé mis cosas en mi escritorio y fui directa
a la oficina del Sr. Domine. "Toc, toc" :
-
Pase, señorita Sophie, veo que llego tarde y ya
sabe que no me gusta la impuntualidad, no quiero que se vuelva a repetir, ¿Le
ha quedado claro?
-
Si señor Domine,
no volverá a suceder lo lamento.
-
Perfecto, entonces que hay en la agenda hoy día.
-
Tiene solo una reunión, es a las diez en punto
con la Señora Heras.
-
Cuando llegue la haces pasar y que nadie nos
moleste, y tráeme un café por favor.
-
Enseguida Señor Domine, con su permiso.
Hice dos cafés uno para el Sr.
Domine y otro para mí, pero cuando tomé uno de los cafés se me derramó en la
blusa y grité del dolor. “¡¡Joder!!”, pensé para mí. Corrí al baño, me saqué
todo y me colocaba agua fría mientras me desesperaba. Cuando ya me calmé y el
dolor se había ido un poco fui por mi bolso dónde tenía ropa de cambio, lo
único que encontré fue un vestido, no tenía sujetador así que me vestí con solo
el vestido.
-
Con permiso Señor Domine, le traigo su café. Él
me mira y no pude descifrar su mirada era muy intensa, quizás se dio cuenta que
no traía sujetador, no lo sabía.
-
Déjalo aquí encima gracias.
-
Si Señor Domine, ¿necesita algo más?
-
No, déjame trabajar ahora.
Debo decir que mi jefe es muy guapo,
pero lo que tiene de guapo lo tiene de amargado, Salí de su oficina y comencé a
trabajar en los pendientes y avanzando deberes del siguiente día, en ese
momento llego su cita de las 10 de la mañana.
-
Señor Domine, la Señorita Heras esta aquí.
-
Bien, hazla pasar, y que nadie nos moleste.
-
Sí Señor.
Habían pasado algunos minutos y se
escuchaba la música que venía de allí dentro. No presté mucha atención y seguí
haciendo lo mío, hasta que llegó Susan (otra asistente), que necesitaba la
firma del Sr Domine en los contratos. Era un tema urgente.
-
Susan, no puedo entrar, ordenó que nadie le
molestase.
-
Por favor, Sophie, es urgente, sin estos contratos
se perderá un negocio importante.
-
¿Tan importante es?
-
Claro, imagina que si se pierde este negocio, el
Sr Domine estará mucho más enfadado que si entras ahora.
-
Está bien, si me despide será tu culpa.
Toqué la puerta y no respondía nadie,
toqué un par de veces más, y nada. Tomé
valor y entré, no daba crédito a lo que
veía, la Señora Heras estaba sobre el escritorio desnuda y el sr Domine la
tomaba del pelo y de las caderas mientras la penetraba fuertemente, ahora
entendía porque la música, los gemidos y jadeos de ambos eran dignos de una
porno, ella pidiendo más mientras la embestía mi jefe, Él la masturbaba y ella
no dejaba de gritar… no podía seguir viendo más estaba perturbada con todo
esto.
Cuando iba retrocediendo para salir
de la oficina cayó un jarrón al suelo, y vi cuatro ojos sobre mí. Estaba metida
en un buen lio por culpa de esos contratos. Mientras vacilaba, ellos se vestían.
Yo estaba temblando, la señora Heras iba saliendo y yo iba detrás de ella.
- Sophie, a dónde demonios vas, eh?
-
A trabajar, Sr Domine.
-
Ven aquí, y siéntate. ¿Qué fue lo que te dije?
-
Que no dejara entrar a nadie Sr Domine. Lo
lamento, pero Susan me dijo que eran unos contratos….
-
¡¡No te pedí explicaciones!! , ahora vete de
aquí y ve a trabajar.
-
Si, Sr Domine.
Cuando salí de allí, fui al baño y
comencé a llorar nunca me había gritado así, tardé unos minutos en dejar de
llorar y escuché su grito:
-
¡¡Sophie!! Ven aquí ahora.
-
Si Señor Domine. Estaba con la cabeza gacha, no
quería que me viera así.
-
Ahora voy a salir, cuando vuelva te quiero ver
aquí.
-
Si Señor Domine.
Y se fue mi jefe ladrando y dando
portazos, que carácter tiene. Hice todo mi día normal, mi jefe no había vuelto
y ya estaba a minutos de terminar mi jornada de trabajo, así que le llame para
preguntarle si ya venía para la empresa, y no contestó.
Me encontraba aburrida, ya había
bebido varios cafés y prendí un cigarrillo en a ventana, me saque los tacones y
tenía música de relajación para que me diera mas sueño, yo salía del trabajo a
las 17:00 y eran las 19:30 hrs, me quería morir. Vuelvo a mi escritorio, y me
quedo allí dormida.
Desperté por un portazo, y supuse
que era mi jefe y así era, miro la hora y eran las 21:00 horas, ¡¡ Joder!! Suena el teléfono:
-
A mi oficina, ahora.
-
Si Señor Domine.
-
Toma asiento.
-
Señor domine, por favor, discúlpeme por lo de la
mañana yo no….
-
No más excusas, Sophie, dime como solucionamos esto,
te has dado cuenta de lo que sucedió por tu culpa, por tu ineficiencia...
-
Por favor señor domine no me despida, se lo ruego,
hare lo que me pida pero no me despida. Y comencé a llorar como la magdalena
que era.
-
Harás lo que quiera? Estás segura de eso?
-
Sí Señor.
Cuando dije eso vi en su rostro una sonrisa
maliciosa, se sacó su corbata y se puso de pie, camino hacia mí y coloco su
corbata en mi boca amordazándome, no lo podía creer mis ojos estaban abiertos
de par en par.
-
Ahora harás todo lo que te diga, y no podrás
hablar, menos gritar vale. Sabes que
pase todo el día pensando en que no traías sujetador.
El se había dado cuenta, entonces comprendí
su mirada.
-
Todo el día pensando en si no traías bragas
también… y lo veremos ahora, párate y
colócate sobre el escritorio dejando tu culo al aire.
Suspiré. El señor Domine levantó mi
vestido, confirmó que si traía bragas y las rompió. Escuché como se rasgaba la
tela y también sentí como acariciaba mis nalgas. Cerré mis ojos y sentía como sus manos subían y bajaban por
mi entrepierna, suavemente, pero repasando cada una de mis recovecos íntimos.
El miedo que sentía había desaparecido, y yo me encontraba confundida; sentía
deseo de que mi jefe me tocara de esa forma.
-
No te preocupes por las bragas te ves mejor sin
ellas. ¿Qué haré contigo, Sophie? Debería
castigarte por no haber cumplido lo que te ordené. Tengo ganas de azotarte
hasta dejarte rojo el culo, follarte brutalmente hasta acabar dentro de ti, y
de hacerte mi perra, Sophie.
No creía todo lo decía, de que fuese
capaz de eso pero todo cambio cuando me ato las muñecas por detrás de la
espalda, y me azotaba.
-
Zasss! Zasss! Zasss!! Zasss!!
Empecé a llorar, pues el escozor
que sentía era demasiado. Entre cada tanda de azotes podía notal como él me
acariciaba, para relajar mis sensaciones. De repente, sin esperarlo, sentí algo
frio en mi culito. El Sr Domine dijo que era lubricante y lo colocaba en mi
ano, metiéndome su dedo. Era extraña esa sensación, yo no solía tener sexo por
allí. El me iba dilatando el ano, con cuidado pero con ritmo. Entonces sacó su
dedo y me dio otro par de azotes. Sentía su verga dura en mi entrepierna, su
roce provocaba miles de descargas en mí. Mi excitación era evidente y me sentía
mal por estar así, no lo podía evitar.
Mi jefe acariciaba mi espalda
provocando escalofríos en mí, confusión entre el dolor y el placer me hacía
perder la cabeza. A pesar de estar amordazada mis gemidos eran fuertes, se oían
por toda la oficina.
-
Estás mojada, perrita, tu coño está demasiado
húmedo. Te gusta lo que te hago?
No respondí. No dejaba de
masturbarme y yo sentía mi coñito ardiente. Joder, como me tocaba con sus dedos. Entonces se detuvo. El Sr
Domine me quitó la corbata de la boca, y yo le miré sin entender. Entonces me
coloqué de pie y agaché mi cabeza. Pensé erróneamente que quería que me
marchara, que ya había acabado con su 'castigo'.
-
Hasta mañana Sr Domine.
-
Quien te dijo que ya te podías ir?
-
Yo creí…
-
Arrodíllate y abre tu boca.
Me estaba dando su polla para que le
chupara, estaba nerviosa y dudé. Él rápidamente me la metió hasta el fondo. Yo
me estaba tragando todo, sus embistes me provocaban arcadas por la fuerza. En
ese momento agarró mi cabeza con fuerza, haciéndome tragar más y más. Yo
trataba de alejarme pero era imposible
él tenia total control de mi, y
yo nunca había tenido una polla tan metida en mi boca.
Se detuvo y me colocó a cuatro patas
sobre la alfombra, se alejó y sacó algo de una bolsas que traía no vi lo que
era, se puso atrás de mi y metió un vibrador en mi culo, comenzó a darme azotes pero ya no era su mano, era algo fino
como una regla.
- Zasss!! - Salió un grito de mi garganta.
- Zasss!! Zasss!! - El dolor era intenso, yo no estaba
acostumbrada a aquello.
- Por favor Señor Domine no siga, me duele…
Mi jefe me acarició una de mis nalgas, en la que acababa de
pegarme. Parecía que fuera a compadecerse de mí, pero nada más lejos de la
realidad. Mi castigo aún no había terminado.
- Zasss!! Zasss!! - Me ardía el culo, podía sentir la marca
arder.
- Zasss!! Zasss!!
Después de un buen rato, sacó el vibrador de mi trasero, y
lo metió en mi coño, hasta el fondo. Y tal como lo sacó de mi culo, sin dejarme
descansar, metió su dura polla hasta el fondo, clavándomela. Un gemido salió de
mis labios, entre el ardor y el placer de sentirlo así, había subido mi excitación.
El Señor Domine jalaba de mi pelo haciendo a cabeza hacia atrás podía sentir su
pelvis chocando con mis nalgas, sentía cada embestida como me atravesaba como
llegaba hasta el fondo de mí.
El vibrador lo sentía igual de profundo haciendo que me
mojara más y más, ya no podía más de placer, y mordí mi labio. El Sr Domine me
follaba como a una perra, sin piedad, para saciarse con mi cuerpo. Sentía su
polla dura entrando y saliendo fuertemente, me dolía, y la excitación me hacía
ir al límite. Estaba a punto de correrme
y mis gemidos iban en aumento, pero el Sr Domine se dio cuenta de ello y
embistió un par de veces corriéndose dentro de mi culo, llenándolo de semen y
se salió.
-
Listo, Sophie. Ahora vete, y mañana tómatelo libre. - Yo no sabía que decir, mi
cara seguro fue un poema, confusión total y frustración estaba a segundos de
correrme y no alcance, no me dejo hacerlo.
-
Puedo pasar a su baño a limpiarme por favor?
-
No, vete a casa con toda mi leche en tu culo.
Agaché la mirada y salí de la oficina. Cuando llego a mi
carro comencé a llorar de rabia, de frustración, de sentirme así, sucia
humillada, no era algo que esperaba. Estaba llena de semen de mi jefe, sin ropa interior y con un terrible dolor en
mi trasero por los azotes, pero lo que más me preocupaba es que en cierto modo
me había gustado todo aquello.
Estaba en mi habitación cuando recibo un mensaje a mi
móvil, era de mi jefe.
-
“Te veo el miércoles y no lleves bragas. Buenas
noches”
Un relato de Paz, con el asesoramiento del Profesor Domine.
Hola Profesor, me gustaría charlar con usted sobre un par de asuntos, ¿Me podría brindar su correo para contactar con usted?
ResponderEliminarPuedes escribirme a profesor.domine@gmail.com
Eliminar