Hoy me he masturbado pensando en tí, sumisa.


Por lo que sea, me desperté antes de tiempo, y no pude evitar notar que tenía la polla completamente tiesa. No recuerdo en que estaba pensando, o en qué estaba soñando, pero tenía mi verga dura como una piedra. Me quedé en la cama, y sin saber el porqué, me puse a pensar en ti.

Recordé las fotos y los videos en los que veía tus pechos y tus curvas, y recordé las veces en las que hemos hablado sobre lo que haríamos si alguna vez nos vemos.

Sin despertar a nadie, sin molestar, me he levantado y me he ido a la ducha. He puesto el calefactor, por el frio que hacía, y me he metido en la ducha, bajo el agua caliente.

Sin querer evitarlo, he comenzado a pensar en ti, imaginándote conmigo en la ducha. He pensado en cómo me bañarías, y en como limpiarías mi culo, mis huevos y mi miembro erecto.

Lentamente, con calma, he comenzado a acariciar mis huevos, sin tocar mi polla, y te he visto allí, en la ducha, conmigo, masajeando mis testículos con calma, con cariño, y viendo como mi verga crecía y se ponía bien dura.

Después de un buen rato jugando con mis bolas, la he agarrado, tiesa, mojada, y la he acariciado, de arriba a abajo, desde la punta hasta la base, mientras con la otra mano seguía masajeando sus hermanitos.

Y te he visto de nuevo, arrodillada en la ducha, con mis testículos en una de tus manos y mi polla en la otra, mirándola fijamente, como si fuera un objeto mágico.

No sé muy bien el porqué, pero si flexiono mis piernas y me agacho un poco, separando las piernas, aumenta el placer. Y así lo he hecho, como si estuvieras entre mis piernas, como si fueras tú la que busca mi regalo. Así te ofrecería mi sexo, sumisa. Así te indicaría que mis testículos y mi pene son tuyos.

Y así he continuado, pensando en ti, acariciando mi polla, hasta que he notado que estaba a punto de correrme, que estaba a punto de estallar, y me he parado. Me he parado justo como yo te lo habría ordenado, para alargar el juego, para alargar el placer, para aumentar el deseo.

Y he continuado limpiando mi culito, acariciando mi ano, y mis huevos, pero sin tocar mi capullo, esperando a que se calmara un poco.  Así te lo pediría yo, así te lo ordenaría, mientras tú miras tu premio, gordo, erguido, hermoso...

Luego volví a acariciar mi polla, a acariciar mis bolas, mientras te imaginaba delante mío, arrodillada, con mi sexo delante tuyo, con mi sexo en tus manos. Sentí el calor de tus dedos, de tu mirada, de tu deseo... y nuevamente me he detenido, con mi verga dura, al borde del orgasmo, roja y deseosa de explotar.

Finalmente, tras repetir el juego un par de vez, llegando al límite del orgasmo para luego parar, me he corrido violentamente. Un chorro de leche ha salido disparado de mi glande, cayendo en la bañera, y no he podido evitar el pensar que si tú hubieras estado aquí, esa leche caliente habría acabado en tu cara, sumisa...

Hoy te he imaginado conmigo en la ducha, y me he masturbado pensando en tí, en mi sumisa, en mi perrita...

Luego me he vestido, me he tomado un café, y me he venido al trabajo, con ganas de contártelo.

Si algún día vienes a verme, sumisa, será así como me bañes. Y tú, como una perrita obediente, bañarás a tu Profesor, y me masturbarás hasta recibir mi leche en tu cara, tu premio.

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