'Voy para casa, babi, hoy ha sido un día de mierda en el
trabajo'.
Un simple mensaje servía para avisar a mi sumisa de que mi
jornada laboral había sido un desastre, pero que ya volvía para casa. Al
llegar, abrí la puerta, dejé la maleta en la puerta, y tras dar un par de pasos
pude ver enseguida lo que tanto esperaba. Allí estaba babi, en ropa interior,
arrodillada en medio del salón, con la cabeza agachada y una cerveza en la
mano, ofreciéndomela.
- Buenas tardes, mi Amo y Señor. Siento que su jornada
laboral no haya sido satisfactoria. Aquí tiene su cerveza fría, como a usted le
gusta.
- Gracias, perrita, la necesito. ¿Has merendado ya?
- No, mi Domine, lo estaba esperando, para merendar con
usted si así lo cree conveniente.
Tras dar un sorbo a mi cerveza helada, me acerqué aún más a
mi sumisa, de manera que mi entrepierna quedaba justo enfrente de su cara y
tras acariciarle la cabeza le dije:
- He tenido un día horroroso, perrita, necesito desahogarme.
Creo que vas a merendar huevos. Ni se te ocurra tocar la salchicha.
Ella sabía exactamente lo que yo quería decir con esas
palabras, y estaba deseosa de cumplir mis deseos. Comenzó sacándome los
zapatos, y dejándolos bien puestos a un lado, y continuó por los calcetines.
Una vez descalzo, desabrochó mis pantalones, y me los sacó con cuidado,
doblándolos y dejándolos bien puestos sobre una silla. Tras levantarse, hizo lo
mismo con mi camisa, y volvió a arrodillarse, para observar fijamente mis
calzoncillos. Es un momento mágico para ella, cuando baja esos calzoncillos, y
ve salir mi polla por encima. Disimuladamente, acerca su cara a ella para que
la golpee. Le encanta notar su tacto, y le excita ese momento. Yo lo sé, y se
lo permito.
Una vez desnudo completamente, y tras mirarme a los ojos
unos segundos, babi hundió su cabeza entre mis piernas, buscando mis huevos, y
comenzó a chupar mis testículos, con intensidad, pero sin estirar. Su lengua
acariciaba mis huevos mientras yo tomaba mi cerveza. Primero el testículo
derecho, y luego el izquierdo. Yo agarré su cabeza para acariciarla, como hago
con las buenas perritas, y de vez en cuando me movía para que mi polla
acariciara su cara. Le encanta que mi pene golpee sus mejillas y su nariz, y
así lo hago siempre. Poco a poco, mi polla se iba poniendo dura, bien dura,
mientras yo acababa mi cerveza. Agarré la cabeza de babi con más fuerza, y tras
hundirla entre mis piernas, di mi último trago mientras mi perrita lamia mis
pelotas, obediente y entregada.
- Bien, babi, ya has merendado por hoy. Creo que voy a
sentarme en el sofá a ver un rato la TV.
Tras encender la TV, y sentarme, miré por unos segundos a mi
sumisa, que se había quedado sola en medio del salón, y me miraba ansiosa, con
ganas de servirme.
- Ven aquí, perrita. Hoy vengo enfadado, y me apetece azotar
tu culito, para desahogarme. Túmbate en mi regazo, con el culo en pompa.
- Sí, mi Domine, como usted ordene. Azóteme bien fuerte,
hasta que le suplique que pare.
Dicho y hecho, se acercó a mí a cuatro patas, se subió sobre
mis piernas, y me ofreció su culo para que lo azotara. Se la veía feliz de
poder contentarme.
- Zas ¡¡ - Primer azote, y primer gemido de mi sumisa.
- Zas ¡¡ - Segundo azote, en la misma nalga.
- Zas... Zas... - Tercer y cuarto azote, ahora en el otro
nalga.
Tras aquellas 4 primeras nalgadas, pasé suavemente mi mano
por su entrepierna. Sus braguitas rojas estaban ya mojadas, se la notaba
cachonda. Ella abrió muy ligeramente las piernas para permitir que mi mano
acariciara su coñito, como disimulando. Evidentemente, yo había notado como
abría sus piernas, pero no iba a castigarla. Ella se ponía cachonda como una
perra cuando la azotaba y cuando acariciaba su conejito, y eso me gustaba.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- Otros 4 azotes mas, dos en
cada parte, seguido de otra breve caricia en su entrepierna. Los gemidos de mi
perrita acompañaban cada gesto.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- Otros 4. Justo en ese
momento deslicé mi mano por debajo de su cuerpo, buscando sus pechos. Durante
unos breves segundos me entretuve en pellizcar sus pezones mientras acariciaba
su coñito. Quería sus pezones bien duros, para mí.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- Y ya van 16. Una nueva
caricia en su coñito mojada, y otra en sus pezones, ya duros.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- 20, tocaba un descanso, su
culo parecía ya rojo, aunque las braguitas lo disimulaban al ser también rojas.
-Bien, babi, ahora quiero que te levantes y te quites las
braguitas y el sujetador, y que vuelvas a la misma posición.
Dicho y hecho, mi perrita se levantó, y con la cabeza gacha
se desprendió primero de sus braguitas rojas, seguidas de su sujetador. Sus
hermosas tetas me apuntaban a la cara, y su coñito depilado se notaba ya húmedo
y brillante. Antes de volverse a tumbar sobre mis piernas pude notar como mi
putita miraba mi polla fijamente, su objeto del deseo. Aún no había podido
probarla, y lo deseaba con todo su cuerpo. Aún así, cumplió con mis órdenes, y
se tumbó de nuevo sobre mis piernas, ofreciéndome otra vez su culito.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- Comencé la nueva tanda
como la otra, pasando de nuevo la mano entre sus piernas. Eso sí, ahora sin
braguitas, podía notar claramente sus jugos vaginales en mi mano. Estaba como
una moto.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- Volví a deslizar mi mano
por debajo de su cuerpo para pellizcar sus pezones mientras la acariciaba con
la otra. Sin soltar sus pezones, continué con la tanda.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- Ya iban 32, y ella estaba
cardíaca. Notaba mi polla bajo su cuerpo, mi mano izquierda en sus pezones, y
mi derecha tocándola. Su chochito goteaba ya, y sus nalgas estaban rojas ya
como un tomate.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- 4 más, ya estábamos
acabando, y su culo ardía completamente.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas...- y 40.
Tras levantarse, y mirarme a la cara, volvió a bajar su
mirada al suelo, echando un vistazo antes a mi miembro viril, erecto y bien
duro. Se la veía exhausta, cansada, con el culo adolorido. Era evidente que
aquella perrita deseaba ser follada, y que se moría de ganas por que la
empotrara en cualquier lado. Babi es una perrita muy sexual, que desea ser
follada a menudo, ya sea por delante o por detrás. Sin embargo, las palabras que
salieron de su boca me sorprendieron gratamente:
- Mi Domine, sé que viene de un día horroroso, y que
necesita desahogarse. Use mi culo como quiera, y azóteme hasta que le ruegue
que pare, mi Domine.
Aquello me dejó muy gratamente sorprendido. Babi se estaba
convirtiendo en una gran sumisa, y se ofrecía a que le zurrara el culo, para mi
disfrute.
- Está bien, sumisa, voy a buscar una regla y te azotaré
hasta que me ruegues que pare. Colócate a 4 patitas sobre el sofá, de manera
que pueda azotarte bien.
Tras abrir un armario, saqué la regla que buscaba, y
aproveché para agarrar el aceite lubricante y un plug anal de gran tamaño.
Volviendo al sofá pude ver qué tal y como yo le había ordenado, mi putita ya
estaba a 4 patas encima de él, ofreciéndome su culo. Sin avisarla antes,
coloqué un poquito de aceite en su culito, e introduje mi dedo corazón hasta el
fondo, lo que provocó que diera un leve saltito de sorpresa. Tras meter y sacar
el dedo en su culo durante un par de minutos, agarré el plug que había buscado,
y lo introduje en su ano bruscamente. Sé que el culito de mi perrita está
acostumbrado, y que le encanta que se lo follen.
Debo reconocer que estaba contento con ella. Se había
ofrecido como desahogo, sin habérselo pedido yo, y eso la convertía en una
mejor sumisa. Evidentemente, yo iba a aprovechar la ocasión. Agarré la regla
que había buscado, y comencé a azotar el culo de babi otra vez.
- Zas... - Un primer azote que se provocó un gemido en mi
sumisa. No lo esperaba con esa intensidad.
- Zas... - Segundo azote, en la misma nalga. Se acabó el contar, acabaríamos cuando babi me lo suplicara.
- Zas... - Otro más, ahora en la otra nalga, para repartir mejor el dolor
- Zas... - Un cuarto azote, como a mí me gusta. Tras mi clásico
parón, acaricié el culito de mi putita, que pude notar ya caliente, jugué con
el plug de su culito, metiéndolo y sacándolo un par de veces, y pasé mi mano
entre sus piernas otra vez, para comprobar que efectivamente continuaba
chorreando.
- Gírate un poquito, babi, y chupa mi polla mientras te
azoto. Sé que es difícil, pero intenta no rascar con los dientes cuando te dé con la regla.
- Zas... - Comenzaba una nueva tanda, y como era de esperar,
los dientes de mi sumisa fregaban ligeramente con mi glande cuando la golpeaba.
No iba a castigarla porque sé que resulta casi imposible evitarlo.
- Zas... - Los gemidos de mi sumisa empezaban a denotar un
claro dolor, a pesar de que con mi polla en su boca sonaban mas ahogados
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas... - Otros 4, seguidos, con
intensidad.
Una lágrima brotó de los ojos de babi, lo cual me dejó claro
que aquello comenzaba ya a dolerle de verdad. Aún así, ella se había ofrecido y
había dicho textualmente 'hasta que le ruegue que pare, mi Domine', así que iba
continuar hasta que eso ocurriera. Eso sí, paré un momentito para permitirle lamer. Mi putita es una excelente
mamona y sé que le encanta lamerme. A pesar del dolor que sentía, colocó sus
labios alrededor de mi glande, y comenzó a mover su lengua con movimientos
circulares alrededor del capullo, exactamente como a mí me gusta.
- Zas... - Un nuevo azote interrumpía la escena, y provocaba
que un grito saliera de su boca
- Zas... - La marca de la regla se podía ya notar en sus
nalgas, y sus ojos estaban ya enrojecidos.
- Zas... - En el otro nalga. Mas gritos de dolor, pero ella
aguantaba. No sé cuánto tiempo esperaría hasta suplicarme que parara, pero se
la veía al límite.
- Zas... - Un cuarto azote para acabar con la tanda. Volví a
pasar mi mano por su culito, que ya ardía literalmente, y a colocar de nuevo el
plug. Visité igualmente su coñito, que seguía igual de húmedo que antes. Estaba
sorprendido de la entrega de babi.
Ella seguía lamiendo mi polla, educada y obediente, con la
única intención de darme placer y que mi tarde noche fuera mejor de lo que
había sido el día. Era evidente que estaba mejorando como sumisa, y que comenzaba a entender el verdadero significado de la palabra 'sacrificio'.
- Zas... - Otro grito salió de la garganta de mi perrita.
Ese le había dolido de verdad, y dejó de chupar.
- Zas... - Otro más. Babi soltó mi polla, que ya era incapaz
de lamer, y otra lágrima salió de sus ojos. Aún así, no se quejó, ni suplicó
que parara.
- Zas..., Zas..., Zas..., Zas... - 4 azotes, más fuertes,
mas seguidos, supusieron el final de aquella sesión de spanking. A cada azote
le había seguido un grito de dolor, seguido de más lágrimas.
- Ya está, Señor, le suplico que pare. - El ruego que yo
esperaba salió de su boca.
Su culito ardía, y estaba rojo como un tomate. Mi putita
gemía adolorida, pero se la notaba contenta porque había aguantado la sesión, tal
y como ella me había prometido. Su coñito estaba caliente y mojado, esperando
una polla que no llegaría nunca. Aquello era una prueba de entrega hacia su Amo
y debía pasarla con nota. Sabía que no la iba a follar.
Tras unos segundos de descanso, en que la acaricié sus
nalgas para calmarlas, mi perrita dirigió de nuevo su cabeza hacia mi polla, con
la intención de acabar su trabajo. Colocó de nuevo sus labios alrededor de mi
glande, y comenzó a mover su lengua alrededor, con movimientos rotatorios.
Estaba cansada y necesitaba acabar pronto. Ella sabía que me encanta ese
movimiento y que puede provocarme fácilmente un orgasmo de esa manera, o sea
que se esmeró para hacerlo lo mejor posible y acabar rápido.
Yo podía notar como su lengua recorría mi glande, excitándome,
y llevándome al límite. En una situación normal le había ordenado que parara,
para alargar el juego, pero ese día opté por otro final. Justo cuando estaba a
punto de correrme, agarré su cabeza con fuerza, con las dos manos, y hundí mi rabo hasta el
fondo en su boca, pillándola por sorpresa, justo cuando llegaba al orgasmo.
Un chorro de semen inundó la boca de mi perrita, provocando que se atragantara,
y que parte de esa leche saliera de su boca, por los bordes de sus labios, y
por la nariz. Sin dejarla que se soltara, comencé a follar su boca
suavemente, corriéndome dentro, buscando que hasta la última gota de mi semen
cayera dentro.
Una vez acabé, solté la cabeza de babi, la acaricié de nuevo, y
me aparté un metro, para ver como estaba. Me miraba con ojos de perrita
degollada. Exhausta, con los ojos llorosos y las nalgas rojas y adoloridas,
tenía cara de agotada. Llevaba mas de una hora a mis pies, cumpliendo mis deseos y buscando mi aprobación. El plug continuaba en su culito, y su coñito seguía húmedo.
Las marcas de la regla se podían ver en su culo, e incluso algún que otro dedo.
Los restos de mi semen decoraban su cara, y a pesar de estar agotada, se la
veía feliz. Ella sabía que había hecho bien su trabajo, y que yo estaba
contento con ella.
- Estoy orgulloso de ti, babi, te estás convirtiendo en una
excelente sumisa. Hoy has sabido reaccionar a mi llegada y has complacido a tu
Domine como nunca lo habías hecho. Te has sacrificado por mí, y valoro muy
positivamente esa entrega. Ahora quiero que acabes tu faena, y que me hagas la
cena.
- Sí, mi Domine. Es un placer servirle.
Pdta: con cariño para babi.
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