El nectar dorado de Sophie

Llevaba saliendo unos 6 meses con un hombre un poco mayor que yo, y tenía algo que producía un efecto pervertido en mi. No podría decir exactamente que era, pero teníamos una relación un poco dominante/sumisa, cosa que me ponía a full.

Nuestros encuentros eran muy excitantes, y desde el primer día que nos vimos tuvimos claro cuáles eran nuestros gustos, cosa que nos fascinó a los dos.

Hoy me escribió como todos los días:

    - Hola mi preciosa perrita, como has estado?
    - Bien, mi querido Profesor.
    - Te espero en nuestro lugar a la hora que habíamos acordado.
    - Si, allá estaré puntual.
    - Así me gusta, prepárate y ponte putita como me encanta!
    - Claro que sí Profesor, un beso!

Debía arreglarme bajo unas normas que habíamos acordado después de un par de encuentros previos, prácticamente tenía un espacio en mi clóset lleno de atuendos destinados para la ocasión.

El de hoy tenía que ver con una falda de cuero negro con cierre en la parte de atrás que marcaba mi culo a la perfección, una camisa Blanca sin brasier para que se me vieran un poco las tetas, una media de malla y unas botas de tacón. Me terminé de vestir y salí al encuentro con El Profesor.

Llegue al lugar acordado, la puerta entreabierta denotaba que Él había llegado primero y eso no era bueno pues ya sabía que tendría un castigo. La luz estaba apagada pero sabía que se encontraba en el sofá que daba a la ventana, inmediatamente cerré la puerta escuché su voz…

    - Has llegado tarde y sabes lo que eso significa, verdad?

La primera vez que escuché de él ese "has llegado tarde",  sentí como mi cuerpo se estremeció pues no sabía exactamente qué me esperaba. Ese día descubrí un placer inexplicable que me dejó con ganas de más.

Yo sabía que hoy el castigo iba a ser mayor, así que me arrodillé a sus pies y esperé a sentirlo recorrer mi cuerpo con sus manos.

    - Porque te gusta ser traviesa mi preciosa Sophie?

Con solo escuchar su voz, mi cuerpo comenzó a excitarse. El sentir sus dedos rozando mi piel aceleró mi respiración.

    - Ya sabes que hacer, putita.

Levanté la mirada y sin decir una sola palabra sabía lo que él quería. Lentamente desabroché su pantalón y empecé a acariciar su polla por encima de su ropa interior, sintiendo como se iba poniendo duro.

Continué bajando su pantalón hasta quitárselo por completo, y lo coloqué sobre el sofá mientras me miraba sin decir palabra. Luego retiré su camisa e hice lo mismo que con el pantalón. Zapatos, calcetines… solo quedaba el calzoncillo ocultando su erecto pene. Tras mirarle a la cara un segundo, bajé ese calzoncillo, asegurandome que su rabo golpeara mi cara al salir.

Ya desnudo, me ordenó que me parara en frente de él. Muy delicadamente me fue quitando la ropa hasta dejarme en bragas, y nuevamente me ordenó que me pusiera de rodillas.

    - Tu castigo de hoy es que no vas a poder correrte ni una sola vez, así aprenderás a llegar a tiempo mi pequeña putita.

Aún sin poder decir alguna palabra lo miré asintiendo y aceptando mi castigo.

    - Pero hoy vamos a hacer algo que se que te gustará.

Su cara de pícaro me ponía aún más nerviosa. La última vez que me dijo eso terminé con un dildo en mi culo.

Sin decir más, se puso frente a mí y acercó su miembro a mi boca. Evidentemente, yo sabía lo que tenía que hacer. Tomé su polla dura y la llevé a mi boca, acariciándola con mi lengua muy suavemente. Comencé a jugar con ella mientras sentía como mis pezones se iban poniendo duros y las cosquillas en mi clítoris aumentaban. Sabía que no podía por ningún motivo correrme así que solo pensaba en disfrutar de ese pene en mi boca.

Tras un rato lamiendo como una perrita obediente, El Profesor se apartó un momento. Tomó unas pinzas que había dejado encima de la cama y las puso en mis pezones. Él sabía que eso me volvía loca pero como tenía un castigo lo único que pude hacer fue soltar un leve gemido mientras volvía a lamer su polla.

    - Como disfruto oírte gemir, mi perrita Sophie.

Era obvio que lo decía en son de burla, así que lo miré con cara de niña buena, pero Él optó por reír. Luego me tomó de la cabeza y sin contemplación alguna metió su polla hasta el fondo de mi boca, casi hasta mi garganta, generando que sintiera algo de ahogo.

Entonces la sacó y pude respirar, pero solo fue cuestión de segundo cuando nuevamente lo introdujo en mi boca para comenzar a follarla por completo. Mi saliva escurría rozando las pinzas y mis pezones, lo que me hacía poner aún más excitada, pero yo sabía que tenía que controlarme.

A cada embestida, yo notaba como su polla entraba de lleno en mi cavidad bucal, hasta el fondo, generando pequeñas arcadas que provocaban que yo abriera más la boca. Desde luego, mi Profesor follaba mi boca como si fuera mi coño, sin piedad, ni perdón.

Después de follarme la boca varias veces, me puso en 4 al borde de la cama y luego de examinarme un poco, generando en mí una sensación de ansiedad, me introdujo 2 dedos lo que generó otro par de gemidos.

    - Me encanta sentir lo mojada que te pones con mis juegos, zorra. Te encanta que te haga sufrir como a una puta, verdad?.
   
Mi voz temblaba de lo excitada que estaba y solo pude dejar salir un pequeño “Sí, Señor”.

Siguió metiéndome los dedos hasta follarme por completo con ellos. Estaba llegando a mi límite de control y solo quería correrme, pero tenía que aguantar aún más. En ese momento, sacó sus dedos lentamente, y sin dejarme reaccionar introdujo su polla en mi coño con brusquedad. Ya no eran gemidos, sino gritos lo que salían de mi boca.

A mí me encantaba que me follara fuerte y solo él había logrado que me excitara el sexo duro. Cada vez que me penetraba se volvía más fuerte y me estaba volviendo loca.

Me tenía gimiendo como una perra y con ganas de correrme y el muy cabrón lo sabía de sobras, así que se detuvo y dio un paso atrás, dejándome en 4 y jadeando.

    - Ya sabes que no puedes correrte, Sophie. Ahora arrodíllate de nuevo frente a mi.

Me tomé un tiempo poder respirar menos agitada. Me bajé de la cama y me arrodillé frente a él. Como ya imaginaba, metió su polla dura y mojada en mi boca y empezó a follarme nuevamente la boca, aún más fuerte, de manera que no me dejaba casi respirar.

Mis lágrimas y mi saliva se iban juntando al caer en mis tetas. Él seguía penetrando mi boca, follandomela sin perdón. Cuando ya estaba a punto de recibir su leche en mi boca, me sorprendió de nuevo. Decidió sacar su rabo de mi boca y correrse en mi cara, lo cual me excitó muchísimo. Podía notar como su semen caliente y espeso llenaba mi cara, haciéndome sentir la perra mas perra del mundo.

    - Pásate los dedos por la cara y lámelo.
   
Obedecí la orden sin dudarlo y me deleité saboreando su leche como una gatita hambrienta.

    - Vamos a la ducha mi puta, vas a asearme con tu lengua y de paso vas a recibir tu premio de hoy.

Gateando me fui hacia la ducha, mientras me iba dando unas nalgadas fuertes con sus manos cosa que me hacían gemir y ponerme aún más excitada.


Arrodillada en la ducha empecé a lamer su polla desde la punta hasta sus huevos, limpiandolos, con una mezcla entre mi saliva y el agua de la ducha. Seguí haciéndolo así por varios minutos, hasta que con su voz medio excitada me dijo:

    - Prepárate para tu premio Sophie.

Yo me coloqué en el centro de la ducha, arrodillada, esperando mi ‘premio’. Él cerró el grifo del agua, y se colocó frente a mí, mirándome. De repente, comenzó a orinarse encima mio, dejando caer su orina en mi rostro, por lo que reaccioné al principio de manera extraña. Aún así, no me quise apartar. Sin yo haberlo imaginado, su orina caliente me logró excitar como nunca, era una sensación que no había sentido antes llevándome a querer tocarme.

    - Profesor, déjeme acariciarme, por favor!!

Le supliqué con una voz super agitada, pero Él me lo negó con la cara. A cambio, empezó a pellizcar mis pezones con fuerza, con mala leche. Yo solo quería correrme y algo me dice que me iría sin conseguirlo.

    - Hoy no lo tienes permitido así que ni se te ocurra.

Su pis caliente seguía corriendo por mi cara y mis tetas, lo que me provocaba sentirme la más perra del mundo. Una vez terminó, se quedó mirándome unos segundos, feliz, sabiendo que yo me sentía sucia, utilizada, y muy perra

Entonces el Profesor abrió el grifo del agua, lo que me sacó de mi trance, y me ordenó que lo bañara. Obediente, yo empecé a enjabonarlo para limpiarlo, y asimismo asearme yo misma.

Mientras lo enjabonaba y tenía su polla en mi mano, yo no dejaba de pensar en lo que había vivido ese día. El experimentar la lluvia dorada me había llevado a un nivel de excitación diferente. Nunca había sentido esa sensación, pero fue el mejor premio que había recibido en mucho tiempo. Definitivamente, yo era su puta, y me encantaba serlo.

Salimos de la ducha, comencé a secarlo como todas las veces, era una forma de terminar nuestro encuentro de manera calmada. Empecé a vestirlo muy despacio  y él solo optaba por observar mi cuerpo desnudo y mi cabello húmedo y revuelto.


    - Que candente cuerpo tienes, putita mia.

Yo solo sonreí y terminé de vestirlo, me dio un fuerte beso y salió de la habitación. Me vestí rápido y salí a reunirme con un par de amigas, no sin dejar de pensar mi nueva experiencia llevándome a la excitación total.


Una nueva aventura sexual de Sophie.

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