Raúl sumiso, un perro lamedor, un puto mamón

Conocí a Raúl hace 4 años. Me escribió un email diciéndome que seguía mi blog, y que le parecía un buen Amo. Me felicitó por mi trabajo, y me expresó su admiración por mí. Me contó que deseaba ser sumiso desde hace mucho tiempo, pero que nunca había encontrado un Amo o Ama que lo guiara. Tras meterle bronca por haberme escrito desde su correo personal, abrió un nuevo email con el que sería su nombre de perro, Raúl. Y comenzamos a hablar.

A lo largo de estos años, siempre se mostró tremendamente educado conmigo, y reservado, intentando no molestar, y usando frases del tipo "A sus pies, Profesor", o "Puedo retirarme, Profesor?". En ocasiones le he pedí consejo sobre algún tema, e incluso le pedí ayuda para escribir algún relato. Otras veces hemos hablado de su necesidad de mamar, de lamer, de chupar.

En todo momento él supo que yo no tengo tendencias homosexuales, y que no me siento atraído por los hombres. Aún así, él seguía fiel a mí, leyendo mis relatos, y hablándome de vez en cuando. Hace apenas unos meses, mientras yo estaba todavía con Lorena, le propuse la idea de incorporarlo alguna vez a nuestros juegos, permitiéndole lamer mi polla mientras ella lo azotaba o sodomizaba.

De hecho, una de las fantasías que Lorena tenía era precisamente el poder follarse a un hombre adulto. Deseaba ponerse un arnés, y follar el culo de un hombre. Como era de imaginar, ella hablaba realmente de mí, pero yo no andaba muy por la labor. Y cuando yo le hablé de sodomizar a Raúl, a ella no le pareció mal. Al contrario, se mostraba feliz de incorporar a un perro a nuestros juegos.

Pero esos planes se fueron al traste cuando Lorena se marchó y me quedé sin sumisa, y con un perro esperando. Porque en el fondo lo que Raúl quería era lamerme, darme el placer que yo le pidiera, y recibir su semen y su orina.

Recuerdo que en los primeros mensajes que intercambié con él siempre se mostró reacio a tragar el semen en la primera cita, y se negaba en rotundo a practicar la lluvia dorada. Sin embargo, después de 4 años siguiéndome, y charlando conmigo, Raúl ansiaba tener la posibilidad de ser mi perro, y mostrarme sus cualidades como mamón. Deseando ser un buen lamedor, él mismo había cambiado sus propios límites, con el único objetivo de darme placer y que yo estuviera contento con él. Ahora sí quería mi semen, deseaba tragarlo y alimentarse con él. Y también deseaba mi orina. Quería arrodillarse ante mí, y que yo fuera el primero en bañarlo con su orina. Al final, su respeto, su devoción, y su sumisión mostrada en esos 4 años me empujó a darle la oportunidad, aunque en la sesión no participara Lorena.

Hace apenas un mes quedamos para la primera sesión. Fue un paso difícil para mí. Nunca había estado con un hombre, ni me siento atraído por ellos, pero su insistencia en mostrar su valía y su sumisión me empujó a hacerlo.

En principio, la cita debía ir de la siguiente manera:

- Te sacarás la ropa y te quedarás en calzoncillos y camiseta, si hace frio. El calzoncillo lo llevarás toda la sesión hasta que te duches.
- Te arrodillarás ante mí, y me desnudarás. Zapatos, calcetines, cinturón, pantalón, y calzoncillos.
- Olfatearás mi sexo como un buen perro. Meterás tu hocico entre mis piernas, y olerás mis huevos y mi polla, hasta que yo te ordene lo contrario.
- Cuando yo te lo permita, lamerás mis pelotas, provocando que mi polla se ponga más dura, como una piedra.
- Cuando yo te lo ordene, introducirás mi polla hasta el fondo de tu boca, provocándote arcadas. Quiero ver esas arcadas. Me agarras el culo con fuerza, y clavas mi rabo en tu boca, hasta el final.
- Cuando me apetezca, te permitiré lamer mi polla hasta correrme. Será tu primer semen del día, que agradecerás.
- Iremos a la ducha, donde lavarás mis pies, y mi culo.
- En la cama, lamerás mis pies un buen rato, me gusta.
- Luego me pondré a 4 patas, y tú podrás demostrarme lo que sabes hacer. Tendrás vía libre para lamer. Deberás chuparme el culo, los huevos y la polla, con calma, con pausa, sin prisas.
- Al acabar, tragarás mi leche, y me darás las gracias por ella. Será tu segunda leche.
- Luego iremos a la ducha, donde lavarás mi culo y mi sexo.
- Finalmente, podrás arrodillarte en la ducha, y orinaré encima de ti, como un buen perro. Sé que es la primera vez, y por eso lo haremos en la ducha. No te obligo a abrir la boca, pero sería un placer para mí que lo hicieras, la verdad.
- Luego nos vestiremos, y nos marcharemos por separado.


La realidad es que esa primera sesión fue extraña e incómoda para mí. No supe abstraerme del hecho de que aquel perro era un hombre. No llegué a estar duro del todo, y me sentí raro. Aun así, Raúl se entregó, y lamió como había prometido, hasta tragarse mi semen.

Se arrodilló, me desnudó, olfateó como un buen perro, lamió, y se tragó mi semen, tal y como había prometido. Hacia 30 años que no tragaba el semen de ningún hombre, y lo hizo para mí. Era obvio que aquello era importante para él. Luego me rallé, y decidí cortar la sesión, pararla a medias.

La culpa de aquel fiasco de sesión fue mía, lo tengo claro. No supe ver en él al perro lamedor que era. Mis prejuicios me empujaron a ver a un simple hombre, en lugar de ver un sumiso mamón y entregado que solo quería darme placer y tomarse su leche. Fue culpa mía. El puto perro mamón no pudo comerme el culo, ni recibir su orina porque yo no me atreví a hacerlo.

Se lo dije, le dije que no quería hacer eso con un hombre y me marché a casa. Obviamente, él se marchó triste por el error y pensando que había sido culpa suya.

La cuestión es que durante unos días estuve dándole vueltas al tema, intentando pensar porqué me excitaba tanto la sumisión de Raúl, y sin embargo luego no era capaz de usarlo. Tras analizar el motivo (mis propios prejuicios), decidí que aquello no podía acabar allí, que debía intentarlo una segunda vez.

De hecho, después de tanto tiempo como Amo, yo me merecía tener un perro lamedor, alguien cuyo único objetivo era olerme, lamerme, chupar, tragar mi semen, y bañarse en mi orina. Yo no podía perderme esa oportunidad por culpa de mis miedos.

Hablé de nuevo con el perro, y decidí organizar una segunda sesión, que tuvimos hace 2 semanas. El plan de la sesión sería el mismo que el de la primera vez. Sería como una segunda primera sesión. Sin embargo, era necesario hacer un pequeño cambio. Llevaba sin orinar unas horas, guardando mi orina para el perro, y me estaba meando.

Nada más entrar, le ordené que se desnudara y se arrodillara en la ducha. Yo necesitaba mear, y mi orina no se desperdicia habiendo un perro en la sala. Él obedeció, y se arrodilló en la ducha. Nunca había practicado la lluvia dorada, pero fue valiente y abrió su boca, ofreciéndola para que me orinara en ella. Mi pis calentito llenó su boca rápidamente, y chorreó por su cara y su cuerpo hasta mojar su colita de perro.

Después de eso, desaparecieron los miedos, y la sesión fue como la seda. Raúl, respetuoso, entregado y obediente como siempre, olfateó mis huevos y mi polla, hasta impregnarse con mi olor. Lamió mi polla tal y como le pedí y tragó mi semen, hasta la última gota. Luego fuimos a la cama, donde lamió mis pies, mi culo, mis cojones otra vez, y tragó semen de nuevo. Me senté en su cara y follé su boca.

Desde luego, esa segunda sesión no tuvo nada que ver con la primera. Me olvidé de los prejuicios y vi en Raúl lo que debía ver desde el principio, un puto perro lamedor y mamón, un chucho tragón dispuesto a chupar, oler, tragar y mamar.

Debo reconocer que disfruté de la sesión, y él obtuvo lo que buscaba, mi leche y mi pis. Evidentemente, hay una serie de cosas que aún debemos mejorar y perfeccionar, como la segunda mamada, que siempre suele ser más difícil, pero en general estoy contento. Por mí y por mi nueva mascota.

Tras esas dos sesiones, he decidido adoptar a Raúl como perro lamedor. No sé realmente lo que durará esta relación, pero mientras pueda, Raúl será el perro lamedor que nunca tuve, y estará encargado de darme el placer que yo merezco. A cambio, él podrá tener Dueño, y podrá satisfacerme como siempre prometió y deseó.

Estoy dispuesto a evolucionar como Amo, a tenerlo como sumiso, como perro lamedor y como puto mamón. Y él está dispuesto a aceptar la entrada de una tercera persona en nuestra relación.




Comentarios

  1. Hola, hace poco que di con esta página, me gusta lo escribe, me gusta el BDSM, nunca he tenido la posibilidad de probarlo, lo poco q se ha sido leyendo y realmente me encantaría algún día poder tener una experiencia real.

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    1. Hola, Angi.
      Si de verdad quieres tener alguna experiencia real, y tienes la posibilidad de acercarte a Barcelona, puedes ponerte en contacto conmigo vía email, enviándome un correo a profesor.domine@gmail.com
      Besos...

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  2. Hola Profesor Domine, ¿cómo está? Soy babi.
    He querido escribirle de hace tiempo, pero me olvide de mi correo. Podría hacerme ese favor, de decirme cual era mi correo? .
    Por cierto felices fiestas.

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