El deseo de servir, el sentimiento sumiso

Antes de que Él llegara a mi vida, yo tenía una vaga idea de lo que era la sumisión y la Dominación. Yo no me sentía sumisa, y tampoco tenía la necesidad de servir a alguien, pues no sabía a quién servir. Así me lo confirmaron varios Doms con los que llegué a conversar.

Antes de conocerle, sentía que algo me faltaba, que algo no iba como debería ir en mi alma. Sentía y tenía necesidades y deseos que nadie sabía. Me excitaban los azotes, me excitaba el sentirme usada, el tener que obedecer. Pero no tenía a quien servir, y esa necesidad mía no surgía ante ningún Dom. Nadie me hacía sentir sumisa.

Yo quería saber que alguien disfrutaba con lo que a mí me excitaba. Yo tenía el deseo oculto de sentirme una verdadera puta, pero a los ojos de los demás eso era mal visto. Y era lógico que si yo deseaba sentirme puta, debía haber alguien en el mundo que deseara de verdad ser mi Dueño. Alguien para mí, alguien a quien servir y entregarme.

Y leyendo por Internet, curioseando, me lo encontré un día, sin buscarlo, sin pretenderlo, y comencé a seguirlo. Yo lo leía y me parecía una persona sincera, con experiencia, directa y sin miedo a expresar su opinión. Me surgieron algunas dudas y tomé el atrevimiento de preguntarle. Él me contestó lo más fácil de entender para mi, y yo lo seguía leyendo. Cada vez que leía sus escritos surgía un incontrolable deseo en mí, me mojaba, me excitaba, y al final tuve el atrevimiento de hacérselo saber.

Poco a poco empezamos a conversar, y ese deseo, esa necesidad de servirle nació en mí. Ni Él me cortejó, ni yo lo busqué. Simplemente, mi deseo de arrodillarme ante Él creció. Yo deseaba adorarle, servirle, deseaba sentirme usada, ser su puta perra.

Siempre había tenido miedo a que nadie entendiera mi sentir, a que criticaran mis pensamientos y me hicieran pensar que estaba loca por tener esas fantasías. Ese miedo se esfumó al conocerlo.

Sabes que estás en el lugar correcto, y con la persona correcta, cuando tienes la confianza de expresarte, sin miedo a que te tilden de loca. Él me contaba sus oscuros deseos, lo que le gustaba, y yo le conté los míos, que no eran muy diferentes a los suyos. Eso me liberó, poco a poco me fue explicando, y adentrando a un mundo muy diferente al mío, y ahí encontré mi motivo, la razón de mis deseos.

Ese miedo que siempre tuve a no saber el porqué de lo que sentía, desapareció por completo, se fue, se aclaró, y por primera vez yo sabía perfectamente quien era. Yo era sumisa y había encontrado a Mí Dueño. Él me hacía sentir así, deseosa, perra, puta… su puta perra. Y eso me hacía sentir plena, porque no me juzgaba, al contrario, lo disfrutaba y me entendía.

Y sin darme cuenta, mi alma sumisa salió a flote. Yo no quería entregarme a un Amo, yo quería entregarme a Mi Amo. Sí, Mío, porque yo me sentía suya, pero había un impedimento muy grande, la distancia. Estábamos lejos el uno del otro, y no habría contacto físico, pero eso a mí no me importaba, yo era suya, mi necesidad de servirle, de postrarme a sus pies era mucho mayor que la distancia que nos separaba. Yo quería servirle, a través de vídeos o imágenes, hacerle saber que era suya en mente y alma, y a pesar de la distancia mi cuerpo también lo reclamaba. Con sus palabras, con su voz, mi cuerpo se estremecía, y mi sexo se humedecía.

Él ha llegado muy dentro de mi mente, tengo la necesidad y el deseo de servirle, de hacerlo sentir orgulloso de su puta perra, porque sí, soy su puta perra, estoy para ser usada, azotada y follada por Mi Amo, para complacerlo. Soy un instrumento para su placer, y saber eso me llena de orgullo. Saber que también me desea y está feliz con mi entrega, eso da alegría a mi corazón y paz a mi alma.

Con Él me siento plena, feliz y libre. Con nadie había conseguido abrirme totalmente hasta que lo conocí. Nunca me juzgó, al contrarió, me escuchó, me enseñó a no sentir vergüenza de mis deseos, abrí mi mente y mi alma, y las ha poseído de la mejor forma, he encontrado mi vocación y no quiero entregarme a otro que no sea a Él. Mi Amo.

Y ahora sí, soy sumisa, su sumisa, porque quiero vivir para servirle, para complacerle, para ser su perra tragona y obediente, para olfatearlo e impregnarme con el olor a su sexo, lamer cada parte de su cuerpo, para ser marcada como suya y ser bañada con su orina.

Porque atada a Él encontré mi libertad, encontré eso que tanto buscaba, la estructura, el no pensar, el dejarme llevar por su placer, que es el mío propio. Atada a Él encontré ese sentimiento sumiso que nunca había comprendido y que nadie había satisfecho.

Una aportación de Qetesh.
Besos, perrita...