El último semen para mi perra sumisa

En un pequeño apartamento del Poblenou, al lado de Glorias, le di su primera leche, en Julio de 2018. Acababa de llegar de su país, y estaba muy nerviosa. Nunca había tragado el esperma de nadie, y no sabía si lo haría bien. La tranquilicé, le acaricié, y ella se arrodilló para mamar como la perra que deseaba ser. Le llené la boca de polla y de semen, y tragó por primera vez.

 

De eso hace 3 años, y desde entonces nuestra relación ha tenido subidas y bajadas, pero siempre hemos mantenido la relación.

 

Y en otro pequeño apartamento, de Collblanc, en Junio del 2021, le di su última leche. Para ser más concreto, la esparcí por sus tetas. Tras poner lubricante en mi rabo y en sus pechos, metí mi polla bien dura entre sus 2 tetas, y las follé hasta correrme. Esa fue la última corrida de su Amo, el último semen para mi perra sumisa.

 

La realidad es que Lorena hace ya meses que no es mi sumisa. Ahora mismo vive en Madrid, con su novio vainilla y durante los últimos 2 años prácticamente nos hemos visto 4-5 veces. La pandemia lo ha puesto muy difícil. Las universidades daban las clases de manera telemática, y ella no ha podido venir a Barcelona para servir a su Amo. Tampoco tardará mucho en marcharse a su país y la perderé para siempre. Pero era obvio que nos merecíamos una despedida como dios manda, una última sesión que pudiéramos recordar en el futuro.

 

La semana pasada ella tuvo que venir para acabar el Máster que había venido a estudiar, y era el momento adecuado para esa última sesión. Quería follar sus tetas, su boca y sus nalgas. Quería azotar su culo y mearla por última vez. Y así fue.

 

Aunque no nos hayamos visto durante un tiempo, Lorena se sabe de sobra mi rutina. Se arrodilló, me quitó los zapatos y los calcetines, me bajó los pantalones como hacía siempre, y los guardó con cuidado. Y como muchas otras veces, se encontró a si misma arrodillada ante su Amo, y teniendo delante los calzoncillos de su Amo. Tras mirarme, bajó mis calzoncillos y apareció como siempre lo que siempre ha deseado, mis huevos y mi polla.

 

Y tras una simple orden, la misma que siempre le doy, comenzó a olfatear mis cojones como una buena perra. Metió su hocico entre mis piernas, y olfateó mi sexo como siempre había hecho. Yo agarré su cabeza, y restregué mis pelotas por su cara, para hacerla sentirse más puta, más sumisa, más mía.

 

Entonces le pedí que se colocara a 4 patas, sobre la cama, para colocar el plug en su culo. Hacía 10 meses que nadie perforaba su culito y andaba cerradito. Puse un poco de lubricante en el juguetito y otro poco en su ano, y me dispuse a meter el plug en su culo. Pero después de todo ese tiempo sin usarlo, ella estaba nerviosa y tensa, y no tardó en quejarse.

 

- Mi niña, si te tensas y te pones nerviosa, el plug no va a entrar y te va a hacer daño. Lo mejor para que entre bien, sin dolor, es que te relajes y me dejes hacer. Así verás como entra fácilmente.

 

Poco a poco, mientras le hablaba, comencé a presionar suavemente con la punta del plug en su culito, buscando meterlo dentro. Sin embargo, ella continuaba tensa, y costaba introducirlo. Decidí darle un par de besitos en la espalda, sin avisar, y aquello fue mano de santo. Tras el primer beso, el plug ya había entrado prácticamente, y el segundo beso en su espalda, propició un gemido por su parte, que sus defensas cayeran, y que el plug entrara hasta el fondo. Como un chuchillo en la mantequilla.

 

Ahora solo tenía que mover el juguetito en su culo para hacerla entrar en calor. No tardaron a repetirse sus gemidos, y pude notar como se retorcía en la cama. Busqué la cuchara de madera que ella misma había traído y comencé a azotarla.

 


Sin embargo, parecía que los meses lejos de su Amo le habían vuelto más blanda. A cada azote ella se quejaba, y me acabó pidiendo que parara, le escocía el culo a cada azote. Apenas llevaba 12 azotes y ya no podía seguir.

 

- Perrita, has perdido mucho. Tú antes aguantabas esto sin problemas.

 

Su culito estaba rojo y caliente. Tras acariciarlo un poco, moví de nuevo el plug en su trasero, provocando que gimiera de nuevo.

 

- Vamos a hacer una cosa, mi niña. Yo sé que tú aguantas más. Mucho más. Te voy a dar 10 azotes, e iremos avanzando poco a poco.

 

Ella asintió, y yo comencé a azotarle otra vez con la cuchara de madera. Ella gemía, pero aguantó bien. Volví entonces a acariciar su culito caliente, y a mover su plug. En la siguiente tanda iba a ofrecerle algo que yo sé que le encanta, mi polla. Me coloqué delante suyo, y le metí mi polla en su boca.

 

- Chupa, puta.

 

Lorena se puso a mamar feliz, repasando mi rabo como si fuera un helado de chocolate. Y mientras ella lamía, yo volví a azotarla con mi cuchara. Como si fuera una niña pequeña con su piruleta, ella estaba feliz. Desaparecieron las quejas y llegaron los gemidos. Mi puta había vuelto, y estaba allí, mamando mi rabo mientras yo le azotaba el culo.

 

No sé si llegamos a los 60 azotes cuando ella me pidió que parara. Le miré el culo y lo tenía rojo completamente. Lo acaricié, y estaba muy caliente. Decidí que era suficiente. Al día siguiente tenía que ir a la playa, y no quería que se notara demasiado rojo.

 

Me parece bien, pero ella tenía una faena que acabar. Me senté en la silla, abrí mis piernas, y le pedí a mi perra que se pusiera a 4 patas en el suelo, como cualquier otra perra, para tomarse su leche. Dicho y hecho, ella tomó su sitio en el suelo, y comenzó a lamer, como la zorra feliz que es. Quería mis gemidos, mi placer, mi semen.

 

Y de repente, me dijo algo que me sorprendió:

 

- Mi Señor, no sé si podré tragarla.

- Cómoooo ??  si lo has hecho siempre, mi niña. Es tu yogurt griego ¡¡¡

 

Entonces me contó que pocos días antes había intentado que su novio vainilla se corriera en su boca, para ver si podía 'convertirlo' en Dominante, pero que acabó vomitando en el baño. No le gustó nada, y eso le hizo dudar de si podría hacerlo conmigo. Desde luego, la idea de vomitar el semen de su Amo le aterraba.

 

- Perrita, soy tu Amo, y tú eres mi sumisa. El esperma que yo te doy no es simplemente mi esperma. Es el fruto de tu trabajo como sumisa. Es la consecuencia de tu esfuerzo lamiendo. Es la prueba de que tu Amo ha disfrutado con su perra. Chupa, escucha mis gemidos, deja que te llene la boca de esperma, y trágalo sin más, sabiendo que ese es el premio a tu entrega. Tu alimento favorito.

 

Dicho y hecho, a cuatro patitas, y en el suelo, se amorró de nuevo a mi entrepierna, y comenzó a mamar.

 

No tardé en disfrutar de sus lamidas, y comencé a gemir como a ella le gusta oir. A medida que ella chupaba, mis gemidos iban en aumento, y ella mamaba más y más. Quería que me corriera, quería que yo disfrutara y que alcanzase el clímax.

 

Y tal y como ella esperaba, después de un rato lamiendo, llegó un gemido final, intenso, largo, acompañando a mi orgasmo, y un rio de semen caliente brotó de la punta de glande. La leche de su Amo, su premio, llenó su boca de perra, y atravesó su garganta camino de su estomago. El miedo que ella había tenido de no aceptar mi esperma desapareció por completo, y Lorena tragó hasta la última gota, como una buena tragona. Repasó con su lengua hasta el último centímetro de mi rabo y tragó todo lo que tenía que tragar. El esperma de su Amo. Su leche.

 

Entonces me miró, sonrió, y se dio cuenta que aunque nunca pueda tragarse la leche de su pareja, siempre deseará la mía. Cualquier perra sabe quién es su Amo, y ella también lo sabe. Y se acostó conmigo, a mi ladito en la cama, feliz y contenta por haber hecho bien su trabajo. Y con el plug metido en su culo.

 

Después de descansar un rato, tomarme una cerveza bien fría, y hablar sobre su futuro, me vino a la mente una nueva perversión. Es mi perra, y necesito que se sienta perra. No me sirve con practicar el sexo. Necesito que se sienta mi puta, mi zorra, que se le moje el coño con cada una de las perversiones que se me ocurran.

 

Busqué mis calzoncillos, y los planté en su cara para que los oliese.

 

- Olfatea, perra.

 

Ella obedeció, y metió su hocico entre mis calzoncillos, buscando mi olor sexual. Ese olor que desprenden las gotitas de lubricante que suelto cuando estoy excitado, o las gotas de semen después de correrme. Ese olor que desprende el sudor de mis pelotas, y que es completamente distinto al del resto de mi cuerpo. Ese olor a sexo, a Amo.

 

Tras un par de minutos olisqueando, agarré de nuevo los calzoncillos, y los volví a restregar de nuevo por mis cojones, para que olieran aún más. Y nuevamente, los coloqué en su cara para que olfateara mi sexo.

 

Casi podía notar cómo se mojaba su coño mientras la humillaba. Su sumisión aumentaba, y su deseo de servir también.

 

Entonces le pedí que se sentara en la silla, de manera que sus tetas quedaran más o menos a la altura de mi polla. El plug continuaba haciendo su trabajo en su culito, poniéndola más cachonda aún. Tras poner un poco lubricante en mi polla, y en sus pechos, coloqué mi rabo entre sus tetas y comencé a follarlas. Nos miramos a la cara, y supimos que aquella iba a ser su última leche. Después de haber olfateado mi calzoncillo, y sintiendo como mi polla follaba sus tetas, ella se sintió la más puta del mundo, otra vez.

 

Ella sujetaba sus pechos con sus manos, para que el roce fuera mayor, mientras miraba mi cara y oía mis gemidos. Podía sentir como mi polla se deslizaba entre sus pechos, follándolos como si fueran otro coño más. Cuando llegó el momento definitivo, un chorro de semen caliente inundó sus ubres mientas yo lanzaba un gemido largo y profundo.

 

Mi puta podía sentir mi leche caliente en sus pechos, y podía oír mis gemidos. Ella sabía que era mi perra, y disfrutaba viéndome feliz, y sintiendo como vaciaba mis pelotas sobre sus pechos. Eran momentos de complicidad y de sonrisas.

 

Tras unos segundos de descanso, la cerveza que antes me había tomado comenzó a apretar, y quería salir de mi cuerpo. La verdad es que a Lorena no le hacía mucha gracia que la meara encima, hacía meses que no lo hacía, y de daba vergüenza. Pero sabía que yo quería hacerlo, y ella no era capaz de negarse.

 

- Vamos a la ducha, perrita.

 

Dicho y hecho, se arrodilló de nuevo en la ducha, como hacía antes, y se quedó esperando que un chorro de orina calentita cayera por sus pechos. Le miré a la cara, le llamé Puta, y comencé a mear sobre sus tetas, marcadas anteriormente con mi semen. Y nuevamente, como siempre, se sintió sucia, se sintió mía, de mi propiedad. Sabe que eso nunca podrá hacerlo para nadie más.

 

Aguantó allí hasta el último chorrito de pis. Con el coño mojado por sus propios jugos, y mi orina. Con el plug en el culo. Con las tetas empapadas con mi esperma y mi orina, y con los pezones duros. Mirándome a la cara, y sintiéndose mi puta perra una vez más. La última vez.

 

Y así, con una corrida y una meada en los pechos de Lorena, y en un pequeño apartamento de Collblanc, acabó una relación D/s que comenzó 3 años antes en otro pequeño apartamento del Poblenou.

  


 Antes de acabar, solo quiero decirte una cosa más, Lorena:

 

Te deseo lo mejor. Te deseo que seas feliz, y que cumplas con tus sueños, tanto personales, como laborales. Deseo que encuentres en tu país alguien que te haga sentir lo que yo te hecho sentir. Fuiste libre a mis pies, y yo fui feliz usándote y disfrutando de ti.

 Sé que pensarás en mí cuando estés sola. Tienes permiso para tocarte, perra.

 Besos...

Comentarios

  1. En el relato se ve que usted siente placer, pero la sumisa solo tiene el placer de servir . Y los órgasmos o acaso ella no tiene orgasmo.

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  2. Si con dos besitos en su espalda logró que volviera su perra, se imagina si la abraza a su pecho, besa su boca o le dice [con palabras] todo lo que siente por ella y todo eso lo acompaña de su mirada ... Tenga por seguro que siempre lo recordaría.

    Un placer conocer su espacio

    Saludos

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  3. Siempre Manolo te amo 🫶.

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  4. Las sumisas se enamoran de usted, señor?

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