Un nueva sumisa, una nueva ilusión. Arya

Hace poco más de un año, en junio del 2021 tuve mi última sesión con Lorena. Más que una sesión fue una despedida. Tras 3 años en España, ella marchaba a su país, y necesitábamos una despedida como dios manda.

 

La realidad es que por culpa de la pandemia solo nos habíamos visto un par de veces en un año, y hacía casi 6 meses que ya no éramos Amo y sumisa como tal. No tenía sentido esa relación cuando no podíamos vernos, y tampoco hablábamos demasiado. Además, los dos sabíamos que ella debía volver a su tierra.

 

Unos meses antes de aquella despedida, hacia setiembre de 2020, una curiosa comenzó a hablar conmigo a través del email. Nunca había sido sumisa, pero se sentía atraída por la sumisión desde que era adolescente. Me contó que vivía en una ciudad pequeña, de mentalidad conservadora, en la que nunca se había atrevido a explicarle a nadie, ni a sus mejores amigas, sus deseos sumisos. Simplemente, le daba miedo que nadie entendiera sus fantasías y que la criticaran por tenerlas. Me contó también que llevaba 4 años siguiendo mi Blog, y que se sentía atraída por mi manera de vivir la D/s y por mi manera de expresarse.

 

Inicialmente no era más que una mera charla, como cualquier otra. Ella vivía lejos, no había posibilidad de que fuera mi sumisa en real, y yo no acepto remotos desde hace años. Aun así, ella se mostraba educada, respetuosa, y muy curiosa. Teniendo en cuenta que estábamos en pandemia, que resultaba difícil quedar con mi perro, y que Lorena y yo ya no éramos Amo y sumisa, decidí seguir hablando con ella, teniendo siempre los pies en el suelo. No quería que ninguno de los dos se ilusionase demasiado con aquella amistad.

 

Hablamos de sus fantasías, de sus necesidades como sumisa, de su experiencia sexual, de mis relaciones, y de lo que yo busco en una sumisa. La relación era abierta, simple, y sincera, como hablarían 2 amigos, sin más. Hasta que unos meses más tarde me dijo que tenía planeado venir a vivir a Barcelona. Mi primera reacción fue de sorpresa, e incluso desconfianza. Me parecía extraño que después de 4 años leyéndome, y unos meses hablando conmigo, ella decidiera, de repente, que se venía a Barcelona.

 

Tras hablar sobre el tema, decidí confiar en ella, pero con ciertas reticencias. No tenía ganas de una nueva decepción en remoto. De hecho, había mil obstáculos a pasar antes de venir a España, y cualquiera de ellos podía dar al traste con la futura relación.

 

Finalmente, después de unos meses hablando, de un par de discusiones en remoto, y de ver que ella continuaba dando sus pasitos para venir a Barcelona, decidí aceptarla como aprendiz en remoto. Había mucho feeling entre los dos, nuestras fantasías eran compatibles, y ella se mostraba muy dispuesta a ser mi sumisa.

 

Hablamos sobre reglas, sobre límites, acordamos una palabra de seguridad, y fui explicándole lo que yo le pido a mi sumisa, y lo que espero de ella. Hablamos sobre prácticas sexuales que ella nunca había realizado y sobre perversiones que ni siquiera se le habían pasado por al cabeza. Poco a poco, ella se fue pervirtiendo, y aprendiendo toda la teoría que yo le explicaba. Como comportarse ante mí, como servirme, como entregarse. Hablamos sobre lo que ella necesitaba, sobre nuestra relación dentro y fuera de las sesiones, y sobre como serían nuestras citas.

Al final, en Junio de 2022 llegó el momento de venir a Barcelona. Llevábamos 18 meses hablando, tenía ya todos los papeles en regla para nacionalizarse, y tenía los billetes de avión. Empezaba una nueva vida en Barcelona, y una nueva relación D/s, cargada de ilusiones y de metas que cumplir.

 

Un nueva sumisa, una nueva ilusión.

 

Por cierto, que tenga una nueva sumisa no significa que deje a Raúl de lado. Él continuará siendo mi perro fiel, a mis pies, dispuesto a servirme cuando nuestros horarios nos lo permitan.

Pda: Prometo iros explicando cómo evoluciona nuestra relación.