Soy sumisa, y seré suya, mi Amo.



Hace poco más de un mes, curioseando sobre la sumisión en internet, encontré su blog y contacté con usted por primera vez; despistada, ingenua, ignorante y más bien torpe en este tema, pensaba que solo buscaba una idea para una 'cita' especial; ahora veo claro que no tenía ni idea de que estaba buscando en realidad.
Aun así, recuerdo perfectamente la sensación que tuve antes de escribirle, leí varios de los escritos más recientes de su blog y me encantaron. Me sorprendí a mí misma excitándome mientras leía como azotaba a su sumisa e imaginando que era yo la que se encontraba a 4 patas y sentía como pasaba su mano por mi coñito cada 8 azotes. Me avergonzó un poco excitarme cuando describía como se corría en su cara y como ella se deleitaba con su leche.
A cada palabra que leía iba apretando las piernas cada vez más y contrayéndome para acentuar esa excitación. Tuve muchas ganas de tocarme y lo hice, en la mitad del segundo escrito ya me había corrido pero me excité tanto que leí otro más y volví a correrme con él.
Recuerdo quedarme acostada de lado sobre la cama, desnuda de cintura para abajo, con los pantalones y las braguitas por los tobillos por las prisas que me entraron y con una de mis manos aun agarrando mi coño, notando la humedad entre mis muslos y en mis dedos, jadeando y sonriendo a la vez.
Como sabe, aquel primer contacto fue para pedirle consejo, para tratar de satisfacer a otra persona, aunque esa cita nunca llegó a celebrarse, y desde su primera respuesta, de alguna manera consiguió que me sintiera normal y que no me sintiese como un bicho raro por preguntar y ser curiosa. Fue muy directo y lo agradecí.
Días después empezó a hacerme preguntas que ni siquiera yo me había hecho nunca y de esa forma, poco a poco, me fui dando cuenta de que esto me gustaba más de lo que en aquel momento era capaz de reconocer.
Al principio pensé que tan solo sería un juego excitante, atrevido y algo fuera de lo común, al menos para mí. Me atrajo mucho la sensación de estar haciendo algo que no debía, algo inadecuado y que no podía contarle a nadie, algo que solo sabíamos usted y yo. Poco a poco fui entrando en el “juego” y cediendo a sus órdenes y sus deseos (a los míos también), me envió un cuestionario sexual que me hizo pensar mucho y consiguió que me preguntara a mí misma muchas cosas en las que nunca me había parado a pensar anteriormente.
Algunas de las cosas que mencionaba en su cuestionario las había probado de forma más “light”, pero nunca desde el punto de vista de la sumisión o mejor dicho, desde la conciencia de la sumisión, al menos no de este tipo de sumisión. Siempre me ha gustado dar placer, he disfrutado sabiendo que lo que yo hacía conseguía excitar y hacer llegar al orgasmo a mi pareja, por eso cuando me han pedido algo fuera de lo habitual, no he tenido reparos en probar y repetir incluso si a mi pareja le había gustado, aunque a mí no me resultara especialmente placentero.
Con mis experiencias sexuales anteriores me fui haciendo más consciente de la atracción que determinadas prácticas tenían sobre mí y fui comprobando que existía la posibilidad de que mis gustos sexuales fueran más amplios de lo que quería reconocer y que, no solo disfrutaba de algún azote o de que me “obligaran” a mantener una postura o de que me “forzaran” la boca o de tragarme la leche… sino que lo buscaba.
Tras solo un par de semanas hablando con usted, nuestra “relación” se ha ido estrechando, al menos esa es la sensación que yo tengo. Me siento muy cerca de usted, Profesor, he ido recibiendo con mucho gusto sus órdenes, he hecho cosas para usted que no había hecho nunca para nadie, me he grabado masturbándome, corriéndome, introduciendo plugs, consoladores y otros objetos en mi boca, en mi culito, en mi coñito… y la verdad es que me ha gustado hacerlo simplemente porque usted me lo ha ordenado. Me gusta complacerle y me gusta obedecerle. Eso produce en mí una excitación enorme.
En muy poco tiempo, hemos ido dando pasitos, probando cosas nuevas, entrenando mis rodillas, mis pezones, mi culito… y de ésta forma casi sin darme cuenta, me he ido convirtiendo en Su perrita, en Su sumisa. Me parece mentira que ahora sea capaz de escribir éstas palabras con tanta facilidad, sintiéndome reconocida en ellas, sin ofensa, sin vergüenza y hasta se las puedo decir en alto. Sí, mi Amo, soy Su puta y deseo ser suya.
Hasta este momento, todo ha sido virtual o en remoto como usted dice, a distancia y mucha, por eso había que dar el salto y probar en persona, porque yo necesito sufrirlo y disfrutarlo. Tras darle algunas vueltas y pensar en distintas fechas, finalmente compré el billete y empezó la cuenta atrás.
Recuerdo el nudo en el estómago que se me puso antes de dar el último clic. Me puse tan nerviosa y me asusté tanto que por un momento pensé que me había equivocado, que todo había sido un error, que se me había ido la cabeza. ¿Cómo voy a querer ir a Barcelona, una ciudad en la que solo he estado una vez, para dejar que un desconocido haga lo que quiera conmigo? Es de locos. Debo estar loca.
Y si lo estoy… ¿Qué pasa?


A veces tengo la sensación de que necesito justificarme y convencerme de que aunque sea poco convencional o habitual, no es nada malo tener estas inquietudes y deseos, quizá sea algo imprudente, pero definitivamente no tiene nada de malo. ¿O sí? ¿Por qué me preocupa lo que puedan pensar los demás… si no lo van a saber?
Tengo sentimientos contradictorios, hay momentos en los que apenas puedo esperar a que llegue el día, me vuelvo ansiosa, me excito con solo pensarlo y otros en los que me vuelvo a asustar, se me agarrota el estómago y me entran dudas. Me preocupa pensar en si sabré complacerle, si será paciente conmigo, si seré capaz de controlar los nervios, si le gustaré, si sentiré dolor, si podré disfrutar de ese dolor…
Quiero empezar ya, que llegue ese momento en el que me encuentre frente a usted, sin un ordenador o una pantalla en la que “protegerme”, desnuda, vulnerable y a su merced. Deseo que me ponga a prueba y deseo superar esas pruebas. Me gustaría que me haga más suya de lo que ya soy.
Siempre he pensado que necesitaba cierta atracción física o algún tipo de conexión especial con alguien para tener relaciones sexuales y ahora me encuentro con que voy a ir a pasar el día a otra ciudad a más de 600 km de distancia, sola, sin decírselo a nadie, con el único objetivo de ser sometida y de que un desconocido me ponga a 4 patas, me sodomice, me azote, me pellizque, me ate, me penetre, se corra sobre mí, me haga tomar su leche… y además lo hago voluntariamente.
No le conozco, no sé cómo es y aun así siento esa conexión, puedo confiar en usted, sé que sabe perfectamente lo que hace y que va a manejar la situación para que me sienta cómoda y relajada. Voy a experimentar la sumisión en persona por primera vez y será algo único. Para una novata como yo dar este paso no es fácil, pero si necesario.
El hecho de excitarme sexualmente obedeciendo órdenes y el disfrutar grabándome mientras me masturbo o me pongo unas pinzas en los pezones solo porque usted me lo pide era algo que no me había planteado como una posibilidad en mí vida. Seguro que en algún momento he podido pensar que eso no lo hace una mujer normal, que no es propio de alguien como yo, que no está bien.
Pero cuando hablo con usted siento que de alguna manera me libero, me transformo y que puedo explorar partes de mí que no había dejado aflorar con nadie. Sensaciones y fantasías de las que no podía hablar hasta ahora. Las estoy dejando salir y siento que puedo atreverme, ¿Por qué no?
Y aquí estoy Profesor, míreme… faltan menos de 2 días para la primera sesión con usted y cuanto más lo pienso, más duros se me ponen los pezones, más se moja mi coñito y más ganas tengo de que llegue la hora.
Hágame suya, mi Amo, se lo ruego.


Por Lexie. 


Para seguir la historia de lexie con el Profesor Domine:

Una sesión matinal de lexie con el Profesor. 
Atada y follada, por culo y boca.
 

Comentarios

  1. Hola Profesor, soy Raúl, me alegro que haya encontrado una nueva sumisa, espero y deseo que sea de su agrado y sepa satisfacerle.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario