Era la primera sesión de Lexie y se la veía nerviosa. Había
venido desde lejos, expresamente para ser usada por mí, y quería quedar bien
conmigo. Por otro lado, yo no quería que ella se asustara, por lo que había
preparado una sesión tranquila. No quería que su primera sesión fuera demasiado
bestia.
Llevaba un vestido largo que marcaba su cuerpo, muy
apetitoso para tener casi 40 años. Suavemente, pasé mis manos por su culo y por
sus pechos, mientras le hablaba al oído para tranquilizarla y que supiera que estaba
en mis manos. Un azote en el culo, cuando menos se lo esperaba, me sirvió para
entrara en el juego.
Lentamente, subí su vestido para dejarla en ropa interior.
Su hermoso culo respingón y duro, pedía a gritos un mordisco. Me encanta morder
un culo duro y prieto. Tras sacar su ropa interior, y agarrar sus hermosos
pechos, comencé a azotar su culo.
- Zas ¡¡ - Primer azote. Ella da un pequeño saltito, pero
veo que lo aguanta bien.
- Zas, Zas, Zas... - No hay duda de que ella disfruta esos
azotes.
Era la primera vez que la azotaban así, por el puro placer de azotarla, y le encantaba. Aproveché entonces para pellizcar sus hermosos pezones, y para morderlos un poco. Ella
gimió, en una mezcla de dolor y de placer que me encanta. Es obvio que sus
pezones no estaban entrenados, pero me gustó ver que aguantaba el dolor, e incluso
que le gustaba sentir cómo se mezcla con su excitación.
Después de unos 30 azotes, lexie ya estaba preparada para
iniciar el juego. Yo quería que ella se masturbara para mí, delante mío, pero
sin correrse. Tras introducir un plug en su culito, le ordené que te tumbara en
la cama, y que se masturbara, mirándome a los ojos. Tras introducir un
consolador en su coñito, comenzó a masturbarse delante de mí, mientras me
miraba fijamente. Yo continuaba vestido, observándola, y era evidente que la
situación era muy morbosa.
- 'Quien eres??' - Le
pregunté.
- 'Su puta' - Dijo ella sin dudarlo.
- 'Quien eres?? Repítelo' -
Volví a preguntarle
- 'Su puta' - Repitió ella, convencida.
- 'Ni se te ocurra correrte, lexie, no tienes mi permiso'.
Ella, obediente, y cachonda, deseaba obedecer mis órdenes, y
se masturbó unos minutos, sin llegar a correrse, y sin dejar de mirarme. Yo
quería que ella tuviera clara que se masturbaba para mí, porque así lo deseaba
yo, y podía ver en su carita el placer de obedecerme.
Cuando llegó al límite de correrse, paró, y esperó mis
nuevas instrucciones. Y esas instrucciones incluían darme placer. Tras sacarme
la camisa y el pantalón, ordené a lexie que se arrodillara delante mío, sin
sacarse el plug y el consolador, y que hundiera su cabeza entre mis piernas.
- 'Huele, perrita, quiero que captes el olor de mi sexo,
como una perrita conoce el olor de su Amo.
Ya habíamos hablado antes de ese ritual, y ella sabía lo que
yo pretendía de ella. Metió su cabeza entre mis piernas, de manera que su nariz
pudiera captar mi olor corporal, mi olor sexual. Mi polla reposaba sobre su
cara, mientras su nariz y su boca prestaban atención a mis huevos. No dudé en
agarrar su cara, y apretarla contra mis cojones, ni en azotar tu carita de niña
buena con mi polla bien dura. Pasé la punta de mi verga, mojadita, por su cara,
con la mera intención que ella supiera que era mía, y que yo podía hacer lo que
quisiera con ella.
Tras lamer mis huevos un buen rato, provocando que yo me
excitara más, le ordené que abriera la boca, para follársela. Introduje mi
miembro, tieso, hasta tocar casi su garganta, y ella hizo el ademán de usar sus
manos para apartarme, al atragantarse. Era la primera vez que follaban su boca
en serio, y no estaba acostumbrada. Tras suavizar mi penetración bucal, ella se
relajó y comenzó a disfrutar del hecho de sentirse usada, utilizada.
- Mírate al espejo, perrita, quiero que te veas a ti misma,
con mi polla en tu boca.
Ella nunca se había visto así, chupando, lamiendo como una
putita, como una perrita, y creo que el verse arrodillada, y con mi rabo en su
boca, la intimidó un poco, con lo que solo se atrevió a hacerlo un par de
veces. Tras jugar un rato, le ordené que se pusiera a 4 patas,
quería castigarla un rato. Colocamos unas pinzas en sus pezones, sensibles, y
comencé a azotar su culo de nuevo, con fuerza.
- Zas, Zas, Zas...
Primeros azotes. Ella gemía, en una mezcla de placer y
dolor, mientras sentía como las pinzas presionaban sus pezones. De vez en
cuando movía el plug que tenía en el culito y el consolador que tenía en el
coño, todo con la intención de tenerla siempre excitada, cerca del orgasmo,
pero sin correrse. Tras acariciar su culito, suavemente, y presionar de nuevo
sus pezones, continuaban los azotes.
- Zas, Zas, Zas...
Ella había traído una regla, fina, pequeñita, de las que los
niños usan en el colegio para pintar. Agarré esa regla, y con cuidado comencé a
azotar con ella su coñito. Me encantó ver como gemía a cada golpecito que yo
daba en su clítoris, o en sus labios vaginales. Estaba cachonda y mojada, y ese
leve dolor, acompañado del resto de sensaciones, provocaba que se excitara aún
más. Esa mezcla de dolor y placer les encanta, se vuelven locas.
Tras una nueva tanda de azotes, otros 30 más, me apetecía
follarla. Quería probar su coñito, así que aparté el consolador de su coñito, e
introduje mi rabo hasta el fondo. Rápidamente pude sentir el calor y la humedad
de su conejito mojado. Agarrándola por las caderas, con fuerza, embestí
fuertemente contra su coñito, pudiendo oír como mi perrita obediente gemía una
y otra vez.
Mientras follaba su coñito, no pude evitar pensar que un par
de azotes bien dados vendrían bien para ponerla más cachonda. Me encantó su
culo y sus caderas, o sea que no iba a perder la oportunidad de arrearle un
poquito más. Otros 3 o 4 azotes sirvieron para que ella soltara un par de
gritos más. A cada embestida mía, el plug que continuaba en su culito se
clavaba otra vez, lo cual provocaba aún más excitación en ella. Las pinzas continuaban
presionando sus pezones, también. Pero aquella era la primera vez que follaba a
lexie, y no quería correrme en su coñito, yo quería que ella saboreara mi
leche, que tomara mi semen, hasta la última gota, y tampoco quería que ella se
corriera antes que yo. No tenía permiso para eso. Si se iba a correr, tendría
que ser después de mí.
- Túmbate en la cama, lexie, boca arriba, y con la cabeza en
el borde del catre. Voy a follar tu boca.
Ella nunca había estado en esa posición, pero deseaba probar
cosas nuevas, así que obedeció. Se estiró en la cama, boca arriba, y dejó su
cabeza al borde de la cama, mirándome. Tras colocar una pierna a cada lado de
su cabeza, ella tenía encima suyo mis huevos y mi rabo. No tardé mucho en ofrecérselos
para que chupara. Tras lamer un rato mis pelotas, provocando que me excitara
más, introduje mi rabo en su boca para comenzar a follarla. Poco a poco fui
introduciendo mi verga en su boca, más profundo, hasta el final. Ella volvió a
atragantarse otra vez, pero ahora ya confiaba en mí, y no usó sus manos para
separarme.
Tras un rato en esa posición, vi que no iba a correrme, y le
pedí que se arrodillara de nuevo. Una vez de rodillas, volví a meter mi polla
en su boca, y ahí sí que vi que podía correrme. Agarré su cabeza, con fuerza, y
comencé a follarla otra vez, provocando de nuevo las arcadas de mi putita. Pero
fue ahí cuando pude sentir un nuevo cambio en su actitud. Ahora era ella la que
quería que metiera mi polla hasta el fondo, la que buscaba que mi rabo llegara
hasta su garganta. Tras una serie de empujones, llegó el momento de correrme.
- No te lo tragues aún, lexie, no puedes tomarte mi leche
hasta que yo te lo ordene.
Poco después de pronunciar estas palabras, llegué al éxtasis,
y una explosión de semen inundó la boca de mi perrita, que obediente, no tragó.
Tras repasar bien mi polla con su lengua, y con sus labios, hasta la última
gota de mi leche, ella apartó su cabeza, y me enseñó su rico premio, blanco,
espeso, en su lengua. 'Tómatela, perrita', le dije, y ella obedeció, ingiriendo
mi semen como una niña buena se toma la leche antes de ir a dormir.
Educadamente, y con mimo, repasó mi pene entero con su lengua, limpiando cada
rincón y tomándose hasta la última gota. Una buena perrita sabe que la última
gotita siempre tarda en salir.
Era obvio que yo había quedado contento, y ahora quería ver
como ella se corría para mí. Le ordené que se tumbara en la cama, y que se masturbara
para mí. Ella ya estaba cachonda perdida, y era evidente que tardaría poco en
llegar al orgasmo. Introdujo de nuevo el consolador en su coñito, y comenzó a
masturbarse con él mientras acariciaba su clítoris. Justo entonces, me acerqué
a su oído y le di una orden muy clara: 'Córrete, putita, córrete. Quiero ver cómo
te corres'. Esas palabras hicieron que llegara al orgasmo y se retorciera de
placer en la cama. En medio del orgasmo se le escapó una risita, que
curiosamente no puede evitar, y que me pareció graciosa.
Después de aquella primera sesión, matinal, tocaba descansar
y comer un poco. Antes de ello, hicimos una serie de fotos, que ya habíamos
apalabrado anteriormente, y que os enseñaré en un próximo post, y le pedí que
me bañara. Ella accedió a gusto, y comenzó a enjabonarme con las manos,
entreteniéndose en mi culo, mis huevos y mi polla. También era su primera vez,
y le gustaba. No tardé en darme media vuelta, para pedirle que me enjabonara
los huevos y la polla desde detrás. Me encanta que deslicen la mano entre mis
piernas, desde atrás, para agarrar mis testículos y mi verga, y masturbarme. No
puedo evitarlo, me apasiona esa postura.
Y así acabó nuestra sesión matinal. Nos vestimos, y fuimos a
comer a un restaurant, para recabar fuerzas de cara a nuestra sesión de
tarde... pero eso ya os lo contaré en otro post.
Si quereis saber mas sobre lexie, no os perdais su primer escrito y su segunda sesión.
Soy suya, y seré suya, mi Amo (por lexie)
Atada y follada, por culo y boca.
Si quereis saber mas sobre lexie, no os perdais su primer escrito y su segunda sesión.
Soy suya, y seré suya, mi Amo (por lexie)
Atada y follada, por culo y boca.
Felicidades Profesor, le deseo suerte y felicidad
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